AHORA SÍ QUE SOY TOTALMENTE BILBAINA

Siempre he presumido y presumo de bilbaina en cualquier lugar y ante cualquier ser humano.
Llevo por bandera mi ciudad, por las venas me corre agua de la ría, mi corazón es rojiblanco, he subido al Pagasarri y me encantan el bacalao y los bollos de mantequilla pero…hasta hace unas semanas mi expediente bilbaino tenía un punto negro.
Había algo que no cumplía dentro de los requisitos del bilbainismo. Digo había porque ya no existe.
Por fin lo he conseguido. Soy absolutamente bilbaina. Ahora sí que lo puedo gritar alto y claro.
Pero…os contaré a qué me estoy refiriendo.
Cuando era pequeña, con edad para caber en el Gargantúa, mis padres hicieron todos los intentos posibles y me dieron toda serie de explicaciones para que me introdujera en la bocaza de tan ilustre personaje. Sus esfuerzos fueron en vano. Yo me negaba e incluso me enfadaba. Aquel «tipejo» no me tragaría…¡Nunca!
¿Nunca? ¡¡Nooooooo!!
Llegó el momento en que desapareció el miedo, la angustia de ser comida por un grandullón de cartón piedra y la incertidumbre de si saldría viva de aquel cuerpo o no y, entonces, aparecieron los remordimientos por no haberme atrevido, la rabia de ser una cobarde y la envidia de ver a los txikis que se atrevían y que, por edad, permitían entrar.
Pero, la niña había crecido y ya no podía ponerse a la cola entre aquellos pequeñajos valientes.
Cada vez que se celebraba una fiesta en Bilbao y divisaba a lo lejos al Gargantúa, me acercaba con esperanzas de montarme. Llegaba y leía el cartel en el que se indicaban las edades permitidas. La mía no estaba entre ellas.
Todo cambió el pasado 11 de Octubre. Se festejaba el día de la Virgen de Begoña, nuestra Amatxu.
Acudí, como cada año, a la Basílica y, cuando iba acercándome desde la calle Zumalakarregi, lo divisé. Allí estaba tan ufano, con la boca abierta, con sus grandes ojos mirándolo todo, esperando…
Era muy temprano para que hubiera niños y solo el monitor se encontraba a pie de escalera.
No lo dudé.
“Yo no puedo montarme ¿Verdad?” –Interrogué sin esperanzas al joven.
“Pues claro que sí” –Me contestó, supongo que alucinado.
No lo pensé, no podía dejar pasar esta oportunidad, no debía perder tiempo y que el chico se arrepintiera o, peor todavía, que empezaran a venir seres diminutos que me miraran con mala cara.

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Dejé mi bolso y chaqueta a mi acompañante y subí con decisión las escaleras. Una vez arriba me asomé para comprobar que allí no «vivía» ningún monstruo y que el camino estaba despejado.

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He de explicar que en Bilbao son dos los Gargantúas que hacen las delicias de los niños, uno más grande que otro. En este caso, el que me iba a tragar sin compasión, era el pequeño.
Lo primero y lo más fácil fue introducir mi pierna izquierda.

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Ya estaba, ahora la derecha. Para esa maniobra tuve que agarrarme a sus grandes dientes y hacer un ejercicio de elasticidad ya que, como es lógico, está ideado para cuerpos más pequeños.

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Por fin, lo conseguí, ya me encontraba sentada en la lengua. Entonces el monitor levantó la mandíbula inferior del Gargantúa y éste, me tragó.
El interior es un tobogán más ancho que los habituales de los parques por lo que dentro cabía perfectamente.
El recorrido es de apenas tres metros y en un segundo ya vi de nuevo la luz saliendo por…bueno ya sabéis todos por dónde.
Mi cara de felicidad de la última foto lo dice todo.P1020558

Aquel día cumplí un sueño de mi infancia que me perseguía en cada fiesta o fecha señalada en nuestra villa.
¡Soy absolutamente bilbaína!

4 comentarios en “AHORA SÍ QUE SOY TOTALMENTE BILBAINA

  1. Pues la verdad que de pequeños nos asustaba yo no me monté nunca tenía miedo que me tragara y no saldría así que no lo probé y sin embargo ahora me encantaría, el problema sería como tú meter las piernas. Muxusss

  2. La verdad, es que no eras la única a la que le daba miedo, yo lo intente una vez, ya mayocita y nunca mas, como era tan alta, me costo el tema de meter las piernas un monton. Además me pillo la mano con la boca y ese fue el motivo de no volver a repetir. Muxus

  3. yo para cuando me mo´nté estaba en COU, y fue en un PIN de Navidad. Le tenía Pavor. años a…. lo dejaban que no guardaban enfrente de mi casa, donde ahora están las casas de panera, que había un zulo enorme………. y ahí estaba el pobre…. y me asomaba a la ventana de txiki y no quería ni verlo.

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