VISITA A LA TORRE IBERDROLA

El pasado 30 de mayo subí a lo más alto y no me refiero a ningún triunfo, aunque con las ganas que tenía de hacerlo, casi puedo llamarlo así.
Llevaba mucho tiempo mirando a la torre Iberdrola y preguntándome cómo conseguir el acceso a una de sus plantas altas para contemplar la Capital del Mundo desde allí.
La respuesta me llegó a través de Internet; me enteré de una exposición en la planta veinticinco de tan moderno edificio.
Llamé al teléfono indicado y me pidieron unos datos, instándome a recoger unas entradas allí en la recepción.
El día indicado acudí con expectación e ilusión y, por supuesto, con mi cámara fotográfica y mi cuaderno de notas.
Diez minutos antes de la hora me encontraba enseñando mi DNI a una señorita a cambio de entregarme una tarjeta que debería portar durante toda mi estancia en el edificio. Al dármela me indicó que me sentara a esperar.
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A las doce en punto el guía, un joven llamado Santi, apareció, nos saludó y allí nos explicó las obras de Cristina iglesias y Jesús Mari Lazkano que decoran el vestíbulo.
Minutos después nos indicó que debíamos atravesar el arco de seguridad para acceder a los ascensores.
Todo está muy vigilado, con mucha seguridad.
Varias azafatas ataviadas con el uniforme corporativo nos saludaban con sonrisas y se preocupaban de que todos fuéramos en grupo y por el camino señalizado.
En pocos segundos salvamos la distancia que separa la planta cero de la planta veinticinco.
Al salir del ascensor otras señoritas con sus trajes verdes nos esperaban con una sonrisa y palabras de bienvenida, a las que poco caso hicimos, ya que nuestro objetivo eran las ansiadas cristaleras.
Las veinte personas del grupo nos abalanzamos a aquellas magnéticas vistas de la Capital del Mundo, casi sin reparar en una magnífica maqueta de la torre.
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Yo sentí una emoción que se transformó en carne de gallina. Tanto tiempo soñando con ver mi ciudad a esa altura y, por fin, allí estaba. Se me materializaba un sueño.
Nos permitieron que durante tres o cuatro minutos disfrutáramos de las extraordinarias vistas. Pasado este tiempo, el guía nos reunió para indicarnos el camino hacia la exposición, ya que ese era el verdadero motivo de la visita.
El título era LA PIEL TRANSLÚCIDA. Una extensa colección de pinturas de diversos artistas como Guiard, Zuloaga, Arteta, Arrúe…y muchísimos más.
Yo iba (como siempre) con mi libreta tomando nota de todo, aunque no hubiera hecho falta puesto que, al salir, nos entregaron a cada uno un catálogo explicativo.
También pudimos admirar una muestra fotográfica muy curiosa e impactante.
Al terminar, nos permitieron regresar a las codiciadas cristaleras para observar Bilbao esta vez con más detenimiento.

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Había amanecido gris pero en ese instante lucía el sol, como si quisiera colaborar para que nuestras instantáneas salieran con buena luz.
El Museo Guggenheim es precioso desde el aire, Puppy parecía un juguete olvidado por algún niño.

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San Mamés, sin finalizar en aquella fechas,  fue otro de los objetivos de las cámaras de los afortunados visitantes y paseantes, en ese momento, de la planta veinticinco.

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Según íbamos rodeando el piso con la vista al otro lado del cristal, comentábamos los edificios, con sorpresa, curiosidad, risas y mucha emoción, sabiendo que, posiblemente, nunca volveríamos a subir tan alto.

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Esta torre es la más alta de Euskadi con sus 165 metros de frialdad y elegancia, a la vez.
De repente todo terminó, las señoritas de verde nos instaron a dirigirnos de nuevo a los ascensores para retornar al vestíbulo. Poco a poco nos iban llevando a la salida con mucha educación y con amplia sonrisa pero implacables; la visita había concluido y debíamos abandonar el famoso rascacielos.
Una vez abajo pasamos por los arcos de seguridad y nos acercamos al mostrador donde nos recogieron las tarjetas. Con este gesto terminó la visita a la Torre Iberdrola.

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Al salir iba feliz, miré hacia arriba y me dije a mi misma: “Lo has conseguido, has visto tu amada ciudad desde lo más alto”

8 comentarios en “VISITA A LA TORRE IBERDROLA

  1. Yo no soy de Bilbao, soy de Portugalete – también villa -, aunque vivo en Tarragona. Me gustaría ver el Botxo como las gaviotas, pero … no deb se rfácil, no hay visitas orbanizadas. Espero.

  2. Somos un grupo de amigos y me gustaría prepararle un evento antes d terminar el año y pensé en una visita guiada con opción d sacar un selfie en la azotea de la maravillosa torre iberdrola

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