UN BILBAO MÁS CULTO

Los reconocimientos y los premios a aquellos que han trabajado en clase y han obtenido buenos resultados vienen de lejos.
Al finalizar el curso escolar del año 1877 decidieron, desde el Consistorio bilbaíno, organizar un acto en el que se reconociera a todos aquellos alumnos que hubieran destacado durante el curso.
La noticia la recogía el NOTICIERO BILBAINO con mucho regocijo, ya que habían pasado diez años desde la última vez que se celebraba algo así, por culpa de las guerras carlistas.
Aquellos premios se consideraban necesarios para reconocer a todos los jóvenes su tiempo dedicado a la instrucción y educación que les prepararía para el futuro.

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En aquella época y, según palabras del alcalde Don Pablo de Alzola, Bilbao ya contaba con más de 30 centros escolares entre públicos y privados, para infantes y para adultos.
Además el alcalde decidió crear otras dos escuelas de párvulos, una escuela de Artes y Oficios y una academia de música. También fue el precursor de las “salas cuna”; una especie de guarderías de entonces donde las madres dejaban a sus hijos unas horas mientras ellas iban a trabajar.
Las escuelas de primaria instruían en lo básico, es decir, las cuatro reglas, leer y escribir. A los doce años ya podían abandonar la educación básica.
Algunas de estas aulas estaban ubicadas en pisos o en edificios que albergaban otras instituciones como la Casa Galera que era, además, centro de acogida de perturbados y mujeres de vida alegre. Por este motivo tuvieron muchas quejas de los padres de aquellos estudiantes, que no veían con buenos ojos que sus retoños fueran testigos de escenas poco decorosas.
No solo aumentaron los centros escolares sino que también se promulgaron leyes para que controlaran la asistencia de los alumnos, ya que, a finales del siglo XIX se podían ver grupos de niños y niñas por las calles de nuestra villa en horario lectivo.
Muchos de estos chavales eran los encargados de llevar a sus progenitores la comida al trabajo o realizaban recados para el bienestar de la familia.
Tuvieron mucho auge las escuelas de adultos para jóvenes a partir de catorce años que estuvieran empadronados en Bilbao.
El Ayuntamiento se hacía cargo del material escolar de este tipo de centros educativos; todo lo que fuese necesario para erradicar el analfabetismo de nuestras calles, todo lo que fuese necesario para conseguir una ciudadanía más culta.

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