Muchos años han pasado desde aquel fatídico 26 de agosto de 1983 en el que se produjo la mayor catástrofe natural que ha sufrido Euskadi en los últimos tiempos, pero no se borra de la memoria de los que lo vivimos.
Aquel día, después de una semana de continuas e intensas lluvias, llegó una “gota fría” en la que se registraron 503 litros de agua por metro cuadrado en 24 horas.
El cauce del Nervión se desbordó desde Llodio (Álava) hasta su desembocadura.
En Llodio fallecieron cinco personas. Basauri. Galdakao, Etxebarri, Arrigorriaga y, sobre todo, Bilbao donde se celebraba la Semana Grande, la Aste Nagusia, fueron las poblaciones más afectadas.
En el Casco Viejo bilbaíno el agua alcanzó más de tres metros en algunas zonas. Hubo destrozos de edificios o puentes como el de Bolueta o el de La Ribera. Todo estaba anegado por la riada; comercios, locales, portales… todo, incluso el famoso barco “Consulado de Bilbao” se soltó del amarre y fue dando tumbos por las márgenes de la ría hasta que, finalmente, se hundió dejándonos una imagen terrible para el recuerdo.
Villas como Bermeo, en la costa, también sufrieron el azote de las intensas lluvias en edificios tan emblemáticos como su casino que llegó a desplomarse.
El barro acumulado se contaba por toneladas; al día siguiente ya se organizaron 5000 voluntarios que trabajaron codo con codo con bomberos, policía y ejército.
Ataviados con botas de goma y palas participaron en las labores de limpieza dando, a toda la sociedad, un ejemplo de solidaridad que nunca olvidaremos.
Esperemos que nunca se repitan aquellos terribles días de agosto de 1983 en los cuales, la peor pérdida, la única que no se podrá recuperar son los 39 fallecidos por los que nada se pudo hacer.
Vaya, desde aquí, un recuerdo para ellos.
Fotos Internet
Fue terrible nunca lo olvidaremos. Nosotros estábamos en Navarra y cuando llegamos en mi barrio Errekalde llegaba el agua hasta el primer piso , tuvimos que entrar por detrás del edificio que habia una entrada que sale al primer piso con una rampa de madera. El Peñascal y mi barrio fue una ruina. Como dices tú qué nunca tengamos que volver a ver esas tragedias.
Eso esperamos. Un beso.
A mi me pilló en el Casco Viejo, en Carnicería Vieja, en casa de mi abuela. Toda la noche vigilando cómo iba subiendo el agua. Estábamos en el cuarto piso, pero hubo un momento en que ya decidimos subir a los del primero a nuestra casa, porque faltaba sólo siete escalones para que llegara a su casa. Mis padres en Santutxu, llamándonos continuamente hasta que ya no hubo ni línea telefónica. Fue una noche horrible
Guau vaya buena historia!! Muchas gracias por compartirla conmigo y con mis seguidores.