Cien años atrás, volar era el sueño de muchos, quizá ahora no seamos tan diferentes a nuestros abuelos pero sí tenemos más medios para hacerlo.
En 1910 un bilbaíno llamado Benito F. Laygorri, ingeniero industrial doctorado en aviación, asombró a todos los que alzaban la vista al cielo para verle volar con su aparato.
Años más tarde, el algorteño Francisco Coterillo se convirtió en un auténtico artista en el aire. Sus piruetas y acrobacias eran admiradas por todos.
En mayo de 1915 en Bilbao se vivió un momento mágico. Había mucha expectación; el alcalde de la villa, el señor Marco Gardoqui estaba muy satisfecho y feliz de apoyar en su carrera a este valiente joven que pilotaba un aeroplano de una envergadura de 8 m, una longitud de 6 m y un peso de 800 kgs con una velocidad máxima de 120 km/h.
Esta maravilla se guardó en un hangar ubicado en la Campa de los Ingleses y de allí salió para elevarse a 1000 m en el cielo de Bilbao y dirigirse hasta Barakaldo.
Al regresar, en la maniobra de aterrizaje, se rompió una pieza del avión y reventó un neumático debido al mal estado de la campa.
Los desperfectos fueron reparados y se pudo realizar un segundo vuelo para deleite de todos los bilbaínos que observaban ensimismados aquel espectáculo tan poco usual en nuestra villa.
Tanto gustó a todos, que el Ayuntamiento le contrató para incluirlo en los festejos que organizaban en la semana grande.
El 22 de agosto de ese mismo año el joven piloto surcó el cielo de Bilbao por encima de Deusto, el parque y la Misericordia durante doce minutos. Al aterrizar, de nuevo, se partió una rueda. Parecía gafado, sobre todo, cuando al intentar repararlo para la actuación que tendría lugar por la tarde, se incendió el motor. Coterillo, su hermano y varios asistentes intentaron sofocar el fuego, e incluso, pensaron en arrojarlo a la ría. Todo fue en vano, en pocos minutos, aquella aeronave se convirtió en una chatarra.
Afortunadamente, el seguro se hizo cargo de las 20 000 pesetas que costaba el aparato, ahora inservible.
El Ayuntamiento fue quien más perdió, ya que hubo de pagar, aún sin cumplir lo contratado, 3500 pesetas a Coterillo.
Cien años después, afortunadamente, la aeronáutica ha mejorado mucho.
Las fotos son tomadas de Internet. Una es la Campa de los Ingleses y la otra es el mismo modelo de avión utilizado por Coterillo.
Muy interesante, tuvo que sentirse un privilegiado…….aunque pueda parecer que el personaje tenia mala suerte yo opino lo contrario….todas las averías fueron en tierra o tomando tierra….mala suerte hubiera sido que le fallara algo allí arriba. Buen articulo.
Efectivamente, si la avería hubiera sido en vuelo, mi artículo hubiera sido muy triste. Pasa buen día, Igor.
. Que gracia, lo contrataron para una Aste Nagusia en plan atracción! La verdad es que tuvo que ser un espectáculo en aquella época.
Muxu
Hoy parece una bobada pero imaginatelo entonces. Jjaa