EL MÁS ELEGANTE

Muchas veces he oído decir que la famosa canción de la elegancia del puente, se refiere al transbordador de la villa jarrillera.
Pues no; esta canción ya se hizo popular y era cantada por muchos bilbaínos antes de 1893, año en el que se inauguró el magnífico puente que une Portugalete y Las Arenas.
Corría el mes de junio de 1828 cuando Fernando VII y su esposa en ese momento, María Josefa Amalia, visitaron nuestra villa para realizar una inspección a los edificios más importantes con que contaba Bilbao. No dudaron en cruzar este nuevo puente de reciente construcción situado entre la Ribera y el ya desaparecido convento de San Francisco.
No era el primero de este tipo, ya que seis años antes, se levantó uno de similares características en Burceña.
Los dos puentes colgantes fueron obra de Antonio Goicoechea que fue el primer arquitecto europeo en utilizar esta técnica de construcción.
Al principio, esta pasarela de San Francisco que medía 60 metros de larga, se sujetaba con cadenas pero, con el tiempo, se sustituyeron por fuertes cables.

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Los bilbaínos estaban exultantes y orgullosos con este nuevo puente, tanto que popularizaron la ya famosa canción:
“No hay en el mundo puente colgante más elegante que el de Bilbao
Porque lo han hecho los bilbainitos que son muy finos y muy “salaos”.”
Era bonito y elegante, sí, pero no muy seguro; fueron varios los accidentes debido a su estructura y fue necesaria una continua labor de mantenimiento. Hasta que en 1874, en plena guerra carlista, una bomba terminó con él y con su elegancia.
Tiempo después fue construido otro de similar aspecto proyectado por Pablo Alzola.
Seguiremos escuchando la famosa canción y muchos seguirán asegurado que se refiere al Puente Vizcaya. No importa, hay suficiente elegancia para los dos.

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