AGUR, SARDINA. HASTA EL AÑO QUE VIENE

Hoy, martes de Carnaval, a las siete y media de la tarde la sardina esperaba en la Plaza Nueva al cortejo que la llevaría hasta su final.

Los monjes, la comitiva y los protagonistas de los carnavales bilbainos: Farolín y Zarambolas, de riguroso luto han iniciado su marcha mientras el resto de asistentes les seguíamos portando las consabidas velas.

Bajo una intensa lluvia, la tristeza por el fin de las fiestas de Carnaval se mitigaba con el dulce sabor de las sardinas de chocolate que, miembros de la Comisión de Fiestas, repartían ordenadamente.

La primera parada ha sido en el exterior de la iglesia Santos Juanes de la calle la Cruz, donde han bailado bajo los faroles que portaban.

De ahí, a buen paso, el cortejo se ha dirigido a la Plaza Santiago donde también se han detenido y, en latín, han pronunciado unas palabras que más parecían de una comedia que de un funeral..

Pocos minutos más tarde la sardina y el resto del séquito hemos llegado a la plaza del Arriaga mientras la lluvia se hacía más presente, como para darle ese toque tenebroso y trágico.

El maestro de ceremonias ha pronunciado un pequeño discurso y ha dictaminado que la sardina debía arder irremediablemente. Al instante se ha encendido la hoguera y se han lanzado varios fuegos artificiales.

Todo ha sucedido muy rápido; casi sin darnos cuenta, los allí presentes nos hemos despedido de los Carnavales 2018 y nuestra mente ya volaba pensando de qué nos disfrazaremos el año próximo.

FOTOS: ANDONI RENTERIA

 

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