LA GALLETERA DE BILBAO

Aquellas delicias que, siendo niños degustábamos en días de fiesta o de visitas, tienen su origen en 1907 cuando la familia ARTIACH abrió la panadería El Bosque en la calle García Salazar, de donde se trasladó a la calle Cantarranas ampliando, así, el negocio. En 1920, la panadería y el obrador fueron devastados por un incendio por lo que la familia tuvo que buscar un nuevo emplazamiento. La Ribera de Deusto fue el lugar elegido y, José Artiach Gárate, como ingeniero, fue el encargado de realizar el proyecto de construcción de la que sería la primera empresa en España concebida como fábrica de galletas, con modernos equipamientos, con hornos industriales e, incluso, con una máquina peladora de almendras.
En 1924, los 88 trabajadores, de los cuales 63 eran mujeres, producían dieciocho toneladas de galletas al día con un sistema de turnos muy exigente: jornadas de once horas diarias, siete días a la semana. La precariedad laboral era más que evidente, lo que las llevó a declararse en huelga. Tras varios días de negociaciones, las empleadas regresaron a la fábrica habiendo conseguido mejores condiciones para todos.

Aquellas mujeres no solo elaboraban galletas, sino que también se implicaban en asuntos benéficos, luchaban por unos derechos profesionales más dignos, organizaban asambleas y se sumaban a diferentes reivindicaciones políticas y sociales. Uno de sus méritos fue lograr que la empresa les pagara las clases de euskera, algo impensable entonces. Los años setenta fueron los de mayor esplendor para la galletera que ya contaba con 800 trabajadores en plantilla. La fábrica disponía de todos los avances de aquellos tiempos: laboratorios, dispensario médico, archivos, oficinas e, incluso, una granja con 10 000 gallinas que les proporcionaban los huevos necesarios para la producción de sus galletas y bizcochos. En 1941 fue la primera empresa de España en recibir el título de “Empresa Ejemplar”.

Hasta setenta tipos de galletas distintas han salido de esta fábrica, como las de barquillo rellenas de chocolate o mermelada. Pero, la estrella sin duda, fueron las galletas CHIQUILÍN, uno de los productos bilbaínos más conocidos en el sector alimentario.
En 1983, a causa de las terribles inundaciones que padeció Bilbao, la familia Artiach abandonó el negocio y se lo vendió a la empresa Nabisco. Desde el año 2015 la actividad se desarrolla en la población de Orozko con la gerencia de Adam Foods.
En la actualidad, el conocido edificio de la galletera en Bilbao es utilizado para actividades culturales y sociales.

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ÚLTIMA FOTO EN SU ESTADO ACTUAL, REALIZADA POR ANDONI RENTERIA

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