OVIEDO, CIUDAD DE AMABLE SONRISA

Aunque a los que me seguís desde hace poco tiempo os pueda parecer extraño, en este blog también publico reportajes de lugares fuera de Bilbao y de Bizkaia como cuento en este post; y hoy he decidido llevaros hasta Oviedo, capital del Principado de Asturias. Una ciudad pequeña, pero reconocida como una de las de mayor calidad de vida en Europa y eso se nota paseando por sus calles y observando a sus ciudadanos, siempre amables. Además, es el centro geográfico, político, administrativo, universitario y religioso del Principado. Casi 218 mil habitantes residen en el Concejo de Oviedo y presume de títulos como: «muy noble, muy leal, benemérita, invicta, heroica y buena», que se pueden observar en el escudo del municipio, además de en una placa colocada en la fachada del edificio del Ayuntamiento.

A los ovetenses se les denomina, coloquialmente, carbayones o carbayonas en homenaje al árbol (carbayu): un roble sagrado para los antiguos astures, que fue símbolo de la ciudad durante varios siglos. La ciudad se fundó, según consta en el Archivo del Monasterio de San Pelayo, en el año 761. Aunque, en los últimos tiempos, se han ido descubriendo diferentes restos arqueológicos datados en el siglo IV, que indican la posible existencia de algún poblamiento en el lugar durante el periodo romano. Alfonso II, el Casto, mandó construir varios templos religiosos y trajo a la capilla del Salvador varias reliquias como el sudario que, supuestamente, cubrió el rostro de Jesús en su tumba.

Además de edificios religiosos, monasterios y santuarios, Oviedo cuenta con rincones emblemáticos con la naturaleza como protagonista. Cuando los ovetenses dicen que van al campo, suelen referirse al Campo de San Francisco, un magnífico parque situado en el centro de la ciudad, donde abundan los árboles, los paseos, los juegos infantiles o el quiosco de la música en sus noventa mil metros cuadrados. Este espacio perteneció al convento de San Francisco. Aquí se concentran un gran número de esculturas en homenaje a escritores como Leopoldo Alas “Clarín” o el ingeniero industrial José Tartiere y Lenegre, impulsor de la industrialización de Asturias, pero quizá una de las más queridas es la indómita Mafalda que llegó a este parque en octubre del año 2014 en un acto de inauguración al que asistió su “padre” y creador, el desaparecido “Quino”.

El parque de Campillín, junto a la iglesia de Santo Domingo se creó al terminar la Guerra Civil, en el barrio que fue completamente arrasado durante el sitio de Oviedo. Otro de los parques es el de Invierno con muchas y variadas instalaciones deportivas. Jardines de la Rodriga, antiguo jardín privado del palacio del Marqués de la Rodriga, Parque del Oeste, Parque de Santullano o Parque San Pedro de los Arcos con los cañones, son algunos de los espacios verdes que convierten a Oviedo en una bucólica ciudad.

En cuanto a museos, son muchos y variados los que sorprenderán al viajero. El Museo de Bellas Artes de Asturias, cercano al Museo de la Iglesia, se distribuye en cuatro edificios que, por sí solos, ya destacan por su gran valor patrimonial e histórico. Cada uno de ellos contienen obras de una temática específica que suman un total de 15000. Las cuatro sedes son: el Palacio de Valverde del siglo XVIII con una colección que abarca desde el siglo XIV hasta el XIX; la Casa de Oviedo-Portal dedicada a piezas del siglo XIX; luego está el edificio de la Ampliación con obras de arte contemporáneas y otro edificio destinado a oficinas y uso propio del museo que, sin duda, puede presumir de que, en sus paredes, cuelgan impresionantes tesoros de autores como El Greco, Zurbarán, Goya, Sorolla, Picasso, Dalí, Miró o Barceló.

Otra joya ovetense es, por supuesto, el Teatro Campoamor; inaugurado en 1892 ha sufrido, desde entonces, diversas remodelaciones para ofrecer espectáculos de gran calidad y actos tan importantes como la entrega de los Premios Princesa de Asturias.

Y, sí algo me gusta de esta ciudad es el arte que encuentras en cada esquina. Son muchas las esculturas, estatuas y monumentos en los que detenerse a leer la placa donde explica su historia y donde sacarte una simpática fotografía.

Como la escultura “El regreso de Williams B. Arrensberg” que se encuentra ubicada en el centro histórico de la ciudad, en la Plaza de Porlier, que realizó el escultor Eduardo Úrculo.

La Santa Iglesia Basílica Catedral Metropolitana de San Salvador de Oviedo, así se llama oficialmente la catedral de Oviedo, de estilo gótico, se construyó durante tres siglos.

La plaza es, sin duda, uno de los lugares de reunión de vecinos y turistas.

Si preguntas a los turistas te dirán que Oviedo es una ciudad por la que pasear, que todo se encuentra cerca, sus calles se mantienen limpias, los vecinos son amables y, sobre todo, se come muy bien con sus deliciosos platos y su reconocida sidra asturiana. No seré yo quien contradiga estas afirmaciones. Todo lo contrario. Oviedo es un lugar para volver siempre.

Absolutamente recomendable; al menos una vez en la vida hay que visitar Oviedo.

FOTOS: ANDONI RENTERIA

ASESINATO EN LA VERBENA

Corría el mes de julio de 1903, mes de verbenas y festividades. En Deusto, todavía
independiente de Bilbao, se celebraba una romería en una calurosa noche. El ambiente lúdico y musical no presagiaba lo que le ocurriría a Luciano Sarasola, atractivo joven deseoso de disfrutar de una velada en la que, con suerte, conocería a alguna buena moza. Por allí andaban varias mujeres jóvenes esperando a que les propusieran bailar. Eso fue lo que Luciano hizo con una de ellas, que resultó tener novio quien, al ver a su prometida en brazos de otro, comenzó a insultarle, a gritarle y a pegarle puñetazos. El pobre apaleado cayó al suelo,moribundo y falleció sin que nada se pudiera hacer por su vida.

Los testigos aseguraron que “El Rubio”, así le conocían, era el agresor y que portaba un arma blanca en su chaqueta. La Guardia Civil de Deusto detuvo a varios sospechosos, pero ninguno se declaró culpable ni admitía los hechos por los que se les acusaba. No eran casos aislados y era necesario resolverlo con la mayor rapidez. Tras una ardua investigación, los agentes concluyeron que “El Rubio” no era el asesino aunque sí participó en la trifulca. Días después se supo que el fallecido, un asilado de la Casa de la Misericordia, solo contaba con dieciocho años y trabajaba como calderero en un taller del muelle de los Astilleros.

El caso fue resuelto en once días. Se detuvo al ejecutor y se le requisó un gran cuchillo que, después de ser examinado, se concluyó que era el arma homicida. Una semana más tarde hubo otra pelea en una romería de Arrigorriaga de características
parecidas a la de Deusto. Desafortunadamente, era habitual leer en la prensa de entonces, casos de delitos y de uso de armas de fuego y cuchillos sobre todo en las verbenas de las noches estivales. Las chulerías, el alcohol y los robos solían ser los ingredientes para echar abajo una noche de fiesta y diversión.

Para ilustrar mi texto he cogido una foto de Internet de una verbena. Los datos son: Iris Park 1936, autor Miguel Marín Chivte.

FUENTE DEL PERRO

En pleno Casco Viejo existe una fuente que, además de quitar la sed, es visitada por los turistas quienes, cámara en mano, la fotografían con curiosidad y asombro.

Originalmente hubo un surtidor en este mismo emplazamiento llamado “Los chorros de San Miguel”; tomando, así, el nombre del santo que, en una hornacina, lucía en la fachada de una casa torre ya desaparecida, en esta misma calle. El siglo XIX llegó con muchos cambios y modernidades para nuestra villa, tanto arquitectónicas como culturales o sociales. Uno de esas reformas fue la de la mencionada fuente en el año 1800, por parte de Juan Bautista de Orueta y Miguel de Maruri, que la diseñaron en estilo neoclásico con claras referencias a la arquitectura internacional. Las piedras con las que se construyó pertenecían a la antigua muralla del siglo XIV que rodeaba el Casco Viejo

Cabe destacar la forma de sarcófago paleocristiano de la pileta, con cabezas de leones en sus caños. El nombre de “El Perro” se fue popularizando entre los bilbaínos que, al no haber visto nunca una imagen de leones, confundieron estos con perros.  Con el paso del tiempo, la fuente dio nombre, también, a la calle.

Este lugar era muy frecuentado por aquellos infatigables aldeanos que llegaban a la villa con sus burros cargados de productos para vender en el mercado de la Ribera. Aquí se detenían para refrescarse y para que abrevaran sus animales.

FOTO: ANDONI RENTERIA