EL BOLLO DE MANTEQUILLA

En Bilbao son varios los dulces que alegran el paladar de oriundos y foráneos. Pero, algunos cuentan con la ventaja de ser los más deseados o queridos, como el bollo de mantequilla que no es otra cosa que una especie de bollo suizo cortado en dos mitades en cuyo interior se extiende una capa de mantequilla rematando el conjunto con azúcar por la parte superior.
Sí no eres de Bilbao y lees esta explicación quizá no te seduzca mucho, pero te garantizo querido lector que si lo pruebas, repites.
La historia se remonta al año 1813 cuando los primos Bernardo Pedro Franconi y Francesco Matossi, originarios de la localidad suiza de Poschiavo llegaron a Bilbao y abrieron una pastelería en el Casco Viejo, concretamente, en la calle Correo. Años más tarde la unieron a un local que daba a la plaza Nueva para ampliar el negocio y así surgió el café Suizo. La decoración se inspiraba en otro establecimiento que habían visto en Venecia y contaba con un mostrador donde se exhibían los dulces y una zona donde servían helados o licores.

En el año 1871 inauguraron otro café en los bajos del Hotel de Inglaterra en el Arenal. Era tal su éxito que el negocio se extendió a más de treinta ciudades como Burgos, Madrid o Pamplona, especializándose en bollería fina o helados. También elaboraban otros pasteles como el de arroz o el ruso, sin embargo fue el que bautizaron como “el bollo” el que más fama les dio, al que acompañaban con un café, costumbre que ha llegado hasta nuestros días.

Además de los primos suizos hubo varias familias de italianos y franceses en nuestra villa que abrieron negocios hosteleros donde servían nuestro adorado bollo de mantequilla, al que ya consideramos el rey de los dulces bilbaínos.

FOTO: ANDONI RENTERIA

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