CASA DE LA MISERICORDIA

En el siglo XVIII, los pobres se convirtieron en un problema para la sociedad bilbaína que daba sus primeros pasos hacia el progreso. Las autoridades comenzaron a advertir el incremento de personas con grandes necesidades y había que tomar alguna resolución. Fue entonces cuando decidieron crear una “casa para pobres” que diera cobijo a los bilbaínos y a los de la provincia; no así a los foráneos, que solo dispondrían de un día para alojarse en este hogar.

Se creó una comisión para investigar y estudiar la mejor manera de llevar a cabo este proyecto y, en 1755 se habilitó, de manera provisional, un viejo caserón en Bilbao La Vieja. Cinco años más tarde, nacía la Casa de la Piedad en la calle Sendeja, en un antiguo edificio que había sido carnicería. A los pobres se les vistió con un uniforme consistente en una chaqueta, calzones, medias, zapatos y un gorro. Además se les proporcionaba dos comidas diarias.

Diez años tardaron en darse cuenta de que el espacio era insuficiente, por lo que hubo que buscar una residencia nueva y más grande. El edificio que fue colegio de la Compañía de Jesús, en la actual Plaza Unamuno, fue el elegido para albergar a estos cien pobres de solemnidad. Pero, no sería este su destino final. Una vez más, con el paso de los años, se propuso un local más amplio y en mejores condiciones de higiene y salubridad. Entonces se pensó en el antiguo convento ubicado en la zona de San Mamés, perteneciente a la anteiglesia de Abando. Muchos bilbaínos se opusieron alegando que aquellos terrenos no pertenecían a la villa de Bilbao. Finalmente, el Consistorio bilbaíno lo solucionó incluyendo, al edificio en cuestión, dentro del límite de la villa. El proyecto se otorgó al arquitecto Antonio de Goicoechea y el 9 de agosto de 1872, el rey Amadeo de Saboya junto a su esposa, asistían a la inauguración de aquel hogar conocido desde entonces como Casa de La Misericordia que, rodeada de campas y huertas, le daba a la institución un aire de esparcimiento que perduró hasta que comenzaron a construirse bloques de viviendas en la zona.

En sus jardines de estilo romántico, que permanecen abiertos al público durante el día, se muestran una gran cantidad de árboles centenarios de más de cuarenta especies distintas.

Desde aquel día hasta la actualidad, han sido muchas las personas atendidas en esta casa, donde perdura el espíritu de solidaridad con el que nació. Actualmente se dedica al cuidado de las personas mayores como residencia para la tercera edad con el nombre oficial de Santa y Real Casa de Misericordia.

FOTO: ANDONI RENTERIA

ASESINATO EN LA VERBENA

Corría el mes de julio de 1903, mes de verbenas y festividades. En Deusto, todavía
independiente de Bilbao, se celebraba una romería en una calurosa noche. El ambiente lúdico y musical no presagiaba lo que le ocurriría a Luciano Sarasola, atractivo joven deseoso de disfrutar de una velada en la que, con suerte, conocería a alguna buena moza. Por allí andaban varias mujeres jóvenes esperando a que les propusieran bailar. Eso fue lo que Luciano hizo con una de ellas, que resultó tener novio quien, al ver a su prometida en brazos de otro, comenzó a insultarle, a gritarle y a pegarle puñetazos. El pobre apaleado cayó al suelo,moribundo y falleció sin que nada se pudiera hacer por su vida.

Los testigos aseguraron que “El Rubio”, así le conocían, era el agresor y que portaba un arma blanca en su chaqueta. La Guardia Civil de Deusto detuvo a varios sospechosos, pero ninguno se declaró culpable ni admitía los hechos por los que se les acusaba. No eran casos aislados y era necesario resolverlo con la mayor rapidez. Tras una ardua investigación, los agentes concluyeron que “El Rubio” no era el asesino aunque sí participó en la trifulca. Días después se supo que el fallecido, un asilado de la Casa de la Misericordia, solo contaba con dieciocho años y trabajaba como calderero en un taller del muelle de los Astilleros.

El caso fue resuelto en once días. Se detuvo al ejecutor y se le requisó un gran cuchillo que, después de ser examinado, se concluyó que era el arma homicida. Una semana más tarde hubo otra pelea en una romería de Arrigorriaga de características
parecidas a la de Deusto. Desafortunadamente, era habitual leer en la prensa de entonces, casos de delitos y de uso de armas de fuego y cuchillos sobre todo en las verbenas de las noches estivales. Las chulerías, el alcohol y los robos solían ser los ingredientes para echar abajo una noche de fiesta y diversión.

Para ilustrar mi texto he cogido una foto de Internet de una verbena. Los datos son: Iris Park 1936, autor Miguel Marín Chivte.

FUENTE DEL PERRO

En pleno Casco Viejo existe una fuente que, además de quitar la sed, es visitada por los turistas quienes, cámara en mano, la fotografían con curiosidad y asombro.

Originalmente hubo un surtidor en este mismo emplazamiento llamado “Los chorros de San Miguel”; tomando, así, el nombre del santo que, en una hornacina, lucía en la fachada de una casa torre ya desaparecida, en esta misma calle. El siglo XIX llegó con muchos cambios y modernidades para nuestra villa, tanto arquitectónicas como culturales o sociales. Uno de esas reformas fue la de la mencionada fuente en el año 1800, por parte de Juan Bautista de Orueta y Miguel de Maruri, que la diseñaron en estilo neoclásico con claras referencias a la arquitectura internacional. Las piedras con las que se construyó pertenecían a la antigua muralla del siglo XIV que rodeaba el Casco Viejo

Cabe destacar la forma de sarcófago paleocristiano de la pileta, con cabezas de leones en sus caños. El nombre de “El Perro” se fue popularizando entre los bilbaínos que, al no haber visto nunca una imagen de leones, confundieron estos con perros.  Con el paso del tiempo, la fuente dio nombre, también, a la calle.

Este lugar era muy frecuentado por aquellos infatigables aldeanos que llegaban a la villa con sus burros cargados de productos para vender en el mercado de la Ribera. Aquí se detenían para refrescarse y para que abrevaran sus animales.

FOTO: ANDONI RENTERIA