SIMANCAS, LA VILLA DE LAS SIETE DONCELLAS

La mayoría que seguís este humilde blog sabéis que, de vez en cuando, escribo sobre lugares que nada tienen que ver con Bilbao, ni con Bizkaia, incluso ni con Euskadi. En esta ocasión os llevo hasta la provincia de Valladolid, concretamente al histórico pueblo de Simancas. En esta localidad junto al río Pisuerga, conviven algo más de cinco mil personas que, como suele ser habitual, esa cifra aumenta cuando llega la época estival.

Hace un tiempo visité Simancas por primera vez y, aunque ya conocía algo de la historia del municipio, me gustó pasear entre sus calles e imaginar cómo era la vida aquí siglos atrás. A unos quince kilómetros de Valladolid capital, Simancas forma parte del llamado Camino de Santiago de Madrid y, hasta el siglo XII, fue la localidad vallisoletana más importante. Simancas es un punto de referencia histórica, pero no solo de Valladolid sino de la comunidad de Castilla y León e, incluso, de España. Bautizada como Septimancas en la época romana. Su conjunto urbano se halla sobre una colina donde se entremezclan calles estrechas con edificios de baja altura entre los que destacan dos, por encima del resto: la Iglesia del Salvador y el del Archivo General de Simancas, también conocido por sus siglas AGS ubicado en el castillo de Simancas.

 

El Archivo de Simancas fue el primer archivo oficial de la Corona de Castilla, existente desde el año 1540, fundado por Carlos I. Desde su creación se pensó que debía permanecer en un lugar seguro como una fortaleza o castillo. Unos de los primeros documentos que se custodiaron aquí fueron los pertenecientes al castillo de La Mota de Medina del Campo.

Este edificio, en la actualidad, conserva la documentación producida por los órganos de gobierno de la Corona de Castilla y posteriormente de la Monarquía Hispánica y del Reino de España hasta el mandato de Isabel II. Se construyó a finales del siglo XV por orden del Almirante de Castilla Don Fadrique Enríquez, en un lugar estratégico sobre una antigua fortaleza que fue utilizada simultáneamente por cristianos y árabes. Ha sufrido muchas reformas desde entonces e, incluso, se usó como prisión del Estado. En el interior de este castillo no solo se ejecutan tareas de conservación y catalogación de los documentos que custodia este organismo dependiente del Ministerio de Cultura de España; sino que, también, es sede de un museo y, además, se puede solicitar investigar los extensos fondos que se organizan en casi una treintena de secciones. En el año 2017, la UNESCO le otorgó el reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad en la categoría de Memoria del Mundo. La visita es gratuita y solo se puede realizar por una zona. Su interior es sobrio, sin la típica decoración que podemos imaginar de un lugar como este; aun así, merece la pena sobre todo por las vistas tanto del edificio en sí como las del pueblo.

Un paseo entre sus calles me llevaron hasta la plaza Mayor, punto de encuentro y centro neurálgico de la villa.

De allí me dirigí a la plaza del Mirador, a pocos metros; desde donde se divisa una inmejorable vista al río y al famoso puente de Simancas que posee diecisiete arcos ojivales y fue construido en el siglo XIII.

Pero si hay un monumento muy visitado y conocido en Simancas es, sin duda, el que preside la Plaza de la Cal, que realizó en bronce el escultor Gonzalo Coella en el año 2009. Se trata de una imagen de siete doncellas valerosas. Os cuento la leyenda:

En el año 783, Mauregato, el hijo bastardo de Alfonso I de Asturias sube al trono de reino de Asturias con el apoyo de Abderramán I, a quien promete pagar un tributo de cien doncellas procedentes de diferentes lugares. Cinco años más tarde, los condes Don Arias y Don Oveco, asesinaron al rey Mauregato en represalia por haberse comprometido con Abderramán I en la entrega de las jóvenes. Su sucesor, el rey Bermudo I, sustituye el tributo con un pago en dinero. El siguiente rey, Alfonso II, no quiere ni dar doncellas ni pagar dinero; entra en guerra con los musulmanes y gana. Entonces, llega Abderramán II, en tiempos del rey Ramiro I, y osa pedir de nuevo el impuesto de las cien doncellas y, como se encontraba el rey en una posición débil, acepta el pago del tributo; por lo que debe entregar las mujeres que se habían acordado años atrás. Sin embargo, no acaba ahí la cosa, a Simancas le corresponde pagar con siete de las cien doncellas y, en un acto de tremenda valentía, estas se cortan una mano para evitar ser entregadas, hecho que consiguen. Sin embargo, como consecuencia de ello, los cristianos batallan con los musulmanes que, finalmente, son vencidos y el tributo desaparece para siempre. En la escultura se puede ver esta inscripción de una de las estrofas del Romance de las Siete Doncellas que dice así: «Por librarse de paganos las siete doncellas mancas se cortaron sendas manos, que las tienen los cristianos por sus armas en Simancas». Como recuerdo a esta historia cada seis de agosto, día de El Salvador, patrón de la villa, el alcalde y la corporación municipal van por las casas de siete jóvenes en un acto llamado “El requerimiento de las doncellas” para instarlas a vestirse de la época y rememorar aquel tributo. Es una tradición muy conocida por la zona a la que acuden muchos turistas.

Otro punto de interés se sitúa a menos de tres kilómetros del pueblo donde se encuentra la tumba megalítica de Los Zumacales: un monumento funerario tipo crómlech del neolítico datado alrededor del 5500 a.c. La descubrió por casualidad un agricultor con su excavadora en los años sesenta del pasado siglo. Pero allí no fui; lo dejé pendiente para otro viaje.

Como podéis ver, Simancas es una buena opción si andáis de visita por la provincia de Valladolid.