Sobre el puerto de Bermeo asoma la única casa-torre que se mantiene en pie de las treinta que existieron en esta villa marinera: la torre Ercilla. Construida en el siglo XV, fue propiedad de los Ercilla, poderosa familia de comerciantes, entre los que destaca el poeta Alonso Ercilla Zúñiga autor de “La Araucana”, una selección de versos sobre la conquista de Chile. Tras sufrir varios incendios, el edificio se encontraba en un estado bastante deteriorado y, en el año 1948, pasó a ser propiedad de la Diputación Foral de Bizkaia que la restauró y convirtió en el Museo del Pescador-Arrantzaleen Museoa.
Entre sus gruesos muros de piedra la colección se distribuye en cinco plantas y narra la vida en el litoral desde la prehistoria hasta nuestros días; la evolución y comercio de la pesca; los diferentes tipos de embarcaciones; la organización por gremios o la historia de la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi, cuyo núcleo principal estuvo formado por pescadores vascos.
Atravesar su puerta es sumergirse en la vida del mar; esa vida que tan bien conocen los bermeanos. El primer objeto que recibe al visitante es un verdadero tesoro: la campana original de la ermita de San Juan de Gastelugatxe que fue sustituida en 2017. A pocos metros, varios exvotos dan una idea de las creencias religiosas de los marineros, que realizaban ofrendas con el fin de ser protegidos cuando se embarcaban. Otro de los atractivos del museo, situado en el primer piso rodeado de aparejos de pesca, es un audiovisual que relata la vida de las ballenas. Muchas de las piezas expuestas en sus estanterías han sido donadas por vecinos del pueblo o de los alrededores, que pertenecieron a sus antepasados y se conservaban, muchas veces olvidadas, en desvanes o trasteros. En esas ocasiones, el protocolo es el habitual: el museo recoge el objeto en cuestión, lo investiga, lo estudia, lo restaura si fuese preciso y lo exhibe para su difusión.
Este museo, además, ha sabido aplicar una sofisticada tecnología en sus instalaciones que convierte el paseo por las diferentes estancias, en un recorrido ameno y didáctico. Por supuesto, no todo es tecnología, también se pueden observar muchos objetos en sus vitrinas que nos hablan del oficio, de los pescadores y de las cofradías.
No solo se nutre de su exposición permanente, también cuentan con un espacio en el ático donde se muestran magníficas exposiciones temporales.
En mi libro MUSEOS DE BIZKAIA EN PILDORITAS destaco dos piezas de cada museo según la opinión de la persona responsable que me atendió en cada uno de los museos que visité para la realización del libro. En este caso, fueron estas dos:
EL “ALELUYA”
En la planta baja, una humilde pero histórica embarcación llamada “El Aleluya”, pertenece a la exposición permanente del museo desde su apertura. Esta pequeña barca fue utilizada hace más de un siglo para pesca de bajura, fundamentalmente. Contaba con poca capacidad y era propulsada exclusivamente a vela y a remo. Años después, vendrían barcas más modernas conocidas como “baporak”, con mayor potencia y más rápidas que funcionaban a vapor. “El Aleluya” es una pieza única, una joya en sí misma. Pero si hay algo destacable y curioso es el candil que servía para alumbrar y facilitar la labor de pesca a los marineros en las noches más oscuras.
Este era el tipo de naves que se usaban cuando sucedió la trágica galerna en agosto del año 1912, en la que perecieron ciento cuarenta y tres marineros de Bermeo y de localidades próximas que habían salido a la pesca del bonito.
EL PUERTO DE BERMEO
El pintor José María Ucelay nació en Bermeo en 1903. Siendo joven se trasladó a Madrid y París donde convivió con los artistas más destacados de la época. Entre los años 1931 y 1934 creó este grandioso mural en el que se refleja la vida del mar y que representa fielmente la cotidianidad del pueblo marinero. En el cuadro aparece su propia esposa bajando unas escaleras, así como un joven Néstor Basterretxea, apoyado en una farola.
Durante tres años estuvo expuesto en el Batzoki de Bermeo, hasta que las tropas franquistas tomaron la villa y convirtieron el local en sede de la Falange. Aquellos hombres se cebaron con la obra disparando sobre ella y borrando con pintura las palabras en euskera que dan nombre a las embarcaciones. Propiedad de la Diputación Foral de Bizkaia, fue restaurado en 1964 y, actualmente, cuelga de una pared de la primera planta del museo.
Os dejo el enlace al museo para mayor información y, por supuesto, os recomiendo una visita.
FOTOS: ANDONI RENTERIA