125 AÑOS DEL CLUB DEPORTIVO DE BILBAO

En 1894 un grupo de hombres deseosos de practicar deporte en un espacio adecuado para ello, crearon la Sociedad Gimnástica Zamacois, con el gimnasta José Zamacois Bengoa al frente. Pocos años más tarde y, sin haber finalizado el siglo, en el club ya sumaban trescientos socios.

En junio de 1912 desapareció con ese nombre, pero se creó el Club Deportivo; siendo la unión de tres sociedades: la Gimnástica Zamacois, la Educación Física y la Federación Atlética Vizcaína y se inauguró la sede en la calle Obispo Orueta, 2. Aquel día se festejó con una gran comida para 120 personas en el txakoli Pantaleón de Ibarrekolanda donde cataron numerosas y sabrosas viandas.

Pasaron los años y el 5 de abril de 1931 se inauguró un edificio en la Alameda Rekalde, que fue utilizado durante tres décadas y derribado en 1965 para construir uno mayor y más moderno como es el actual que todos conocemos y que, durante la Semana Grande del año 1968, se abrió al público.

Aquí se han desarrollado siempre diversas disciplinas deportivas como: natación, baloncesto, gimnasia, halterofilia, pelota, ajedrez, tenis o esgrima, entre otras. Además de actividades culturales, sociales o solidarias.

Este club posee muchos reconocimientos a lo largo de su historia como la Medalla de Oro concedida en el año 1970 por el Ayuntamiento de Bilbao.

Si hablamos de reconocimientos, posiblemente el más emotivo, fue el del cariño de los más desfavorecidos de la villa o de los enfermos de diferentes centros hospitalarios cuando los componentes del Circo Amateur del Club Deportivo acudían a realizar divertidos y arriesgados números, durante cinco años que duró su actividad tanto en Bizkaia como en otros capitales de provincia.

Aquellos artistas circenses no cobraban nada por sus actuaciones que ejercían de manera altruista, ya que se dedicaban a otras profesiones.

En la década de los sesenta el club reunió a otro grupo de personas para realizar actividades relacionadas con el circo pero solo para sus socios y de manera eventual. En nuestros días solo una calle en el barrio de Txurdinaga recuerda aquel mundo del circo.

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