LA VIRGEN DE UMBE

El 25 de marzo de 1941 Felisa Sistiaga se encontraba sola en la cocina de su caserío de Monte Umbe a unos 15 kilómetros de Bilbao, donde vivía junto a su marido, guarda forestal, y donde nacieron sus cuatro hijos.
Era de noche y, a través de la ventana, Felisa observó un resplandor fuera. De repente unos golpes en la puerta la sobresaltaron, se dirigió hacia allí y abrió pero no había nadie.
Volvió a la cocina y fue entonces cuando pudo ver a la Virgen arrodillada. Felisa se echó a llorar y habló en Euskera a la virgen quien segundos después desapareció.
Aquella aparición solo la conocieron los miembros de la familia. Lo mantuvieron en secreto preguntándose cómo un hecho tan trascendente les había sucedido a ellos.
No fue hasta 1969, es decir, 28 años después que la Virgen volvió al caserío de Umbe. Esta vez Felisa la encontró en el camino hacia el pozo y la santa señora le explicó que había bendecido el agua para que los enfermos se lavaran la cara y los pies en ella.
También le pidió que se levantara una capilla en el interior de la casa.
Bonifacio el esposo de Felisa padecía una enfermedad que, según cuentan, fue curada con el agua bendecida por la Virgen.
Hubo varias apariciones más, incluso, un ángel le entregó a Felisa un trozo de terciopelo negro como muestra para confeccionar un manto a la estatua de la Virgen.
Ya se había corrido la voz; los vecinos de la zona se reunían a rezar el rosario y, por supuesto, a lavarse con el agua bendita.
En 1970 fueron varias las curaciones de los asistentes a los rezos y al pozo de agua milagrosa.
La virgen se aparecía mientras rezaban pero solo Felisa la veía, nunca nadie más la vio, ni siquiera sus hijas.
Felisa falleció en Febrero de 1990 y sus hijas Felisa, María e Inés, cumpliendo la voluntad de su madre, abrieron ante notario un sobre con un mensaje de la Virgen en el que explicaba que había venido para salvar a la Humanidad. Para sorpresa de todos aquel sobre contenía una medalla que, según allí constaba, se la había entregado la Virgen.
Hace unos días me acerqué a visitar este santuario, no era la primera vez, pero si hacía mucho tiempo que no iba.

P1240312P1240356P1240289

P1240296
La zona de parking es amplia para acoger a los creyentes que vienen de todas partes, tanto en coche como en autobuses organizados.
Al entrar en el caserío me encontré con una capilla vacía en ese momento y, en el altar, la imagen de la virgen con su manto negro.

P1240300P1240299P1240298
A los lados dos habitaciones; una con objetos utilizados por enfermos o lisiados que han entregado allí porque, debido a su recuperación, ya no los necesitan.
La estancia de la derecha es otra capilla pequeña con otra imagen de la virgen.
Rodeo la casa y me dirijo a lo que fueron las cuadras. Allí otro altar con otra imagen.

P1240305P1240304
El entorno es precioso, en plena naturaleza, con unas vistas espectaculares que, si te fijas bien, se descubre el Castillo de Butrón entre árboles.

P1240386
Antes de marcharme es de visita obligada el pozo con agua curativa. Me encamino hacia allí por el sendero donde se apareció por segunda vez la virgen.

P1240323
Una especie de piscina rodeada de unos impresionantes eucaliptos, alberga un agua bendecida por la Virgen hace más de 40 años. O, al menos, eso es lo que cuenta la historia de este lugar. Yo decido lavarme las manos en uno de los más de diez caños que dispone este pozo santo.

P1240337P1240330
Cada uno es muy libre de creer o no creer, de sentir o no sentir. Yo he pasado un buen rato en plena naturaleza y he conocido algo más de nuestro entorno más cercano.
Ahí lo dejo.
FOTOS: ANDONI RENTERIA