En estos días mucha gente a nuestro alrededor tose, moquea o, lo que es peor, se encuentra febril en la cama con gripe.
Pues, todo esto, no es nada comparable con lo que sucedió en nuestra villa hace casi cien años.
En junio de 1918 se empezaron a detectar los primeros casos de lo que sería una pandemia de gripe que duraría dos años.
Eran tiempos de mucha inmigración; venían familias enteras a trabajar en las minas y debían vivir hacinados en pequeñas casas ya que el alquiler era muy caro.
Las viviendas no disponían de saneamiento y el suministro de agua era bastante mejorable. Todo esto facilitó la llegada de diferentes virus, entre ellos, la gripe.
El periodo de verano de ese año murieron 19 personas sin embargo, lo triste vendría en el otoño.
En septiembre murieron 8 personas, pero en octubre y noviembre lo hicieron 480 y 146 respectivamente.
Aquello tenía todos los tintes de tragedia; fundamentalmente morían jóvenes y niños de corta edad, casi todos debido a una neumonía o bronconeumonía derivada de la fatídica gripe.
En los primeros meses de 1919 un nuevo brote se llevó la vida de 329 bilbainos. Pasó un año y, a comienzos de 1920 fueron 247 víctimas más.
En aquellos años 300000 personas residían en Bizkaia, de las cuales, 20000 estaban infectadas con aquel funesto virus.
Aquello se estaba yendo de las manos. El ayuntamiento reforzó su cuerpo Médico Municipal; la Academia de Ciencias Médicas publicó un folleto en Euskera y Castellano con diferentes consejos de higiene y salud para combatir la pandemia y, las autoridades religiosas, pusieron también su granito de arena, organizando una gran rogativa a la Virgen de Begoña que procesó por las calles de Bilbao desde la basílica hasta el edificio de la Diputación en Gran Vía, donde pasó la noche para, a la mañana siguiente, realizar el mismo camino pero a la inversa.
En las dos procesiones fue masiva la afluencia de bilbaínos y bilbaínas que acudieron a pedir a la “amatxu” que les librara de tan maléfica enfermedad.
Os dejo fotos cogidas de Internet de aquella multitudinaria súplica a la virgen.