UN DÍA EN MONDOÑEDO

Al norte de la provincia de Lugo se encuentra Mondoñedo, capital de la comarca La Mariña Central. En sus 142 km² de superficie conviven algo más de 4600 vecinos. Mondoñedo ha pasado por varias etapas de emigración. Pero, afortunadamente, el índice de natalidad ha aumentado considerablemente y, además, son muchas las personas que llegan de otros lugares para asentarse en este maravilloso pueblo.

En el centro del Casco Viejo, proclamado Conjunto-Histórico-Artístico en el año 1985, se encuentra la Catedral Basílica de la Asunción construida en el siglo XIII, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2015 y cuyo interior alberga el Museo Catedralicio y el Museo Diocesano. Es conocida, también, con el sobrenombre de la «Catedral arrodillada» debido a sus proporciones perfectas y a su escasa altura.
Anexo a la Catedral, el Palacio Episcopal, fue erigido a la vez que esta; aunque, tras el incendio de 1527, se acometieron unas obras para reconstruirlo y ya no queda prácticamente nada del original.

De noche, la iluminación, le da un aspecto más mágico, si cabe.

Pero no son los únicos edificios destacables de Modoñedo. El convento de la Concepción, la iglesia de Santiago, el Real Seminario Conciliar de Santa Catalina o el Monasterio de Los Picos, son algunas de las joyas de este pueblo lucense. Algunos de ellos hace tiempo que cambiaron su actividad, como el antiguo ayuntamiento que, en la actualidad, es sede de la Biblioteca Municipal y la Oficina Municipal de Turismo. Una curiosa característica de la mayoría de los edificios del pueblo, son sus tejados que están coronados con unos picos de piedra llamados “ameas” cuyo objetivo es protegerse del viento.

La Casa do Concello tiene su sede en un palacio del siglo XVIII y, desde el año 1932, se encuentran aquí las dependencias municipales.

En la plaza de la Catedral los edificios cuentan con unos soportales que cobijan varios comercios y locales de hosteleria, además de la casa museo del escritor Álvaro Cunqueiro.

La Fonte Vella es uno de los grandes atractivos del pueblo. Data del siglo XVI y se encuentra frente al palacio Episcopal. El agua llega procedente de varios manantiales.

Y, para los que buscan empaparse de la cultura y de las tradiciones, las alternativas son diversas y, cada cual, más interesante. Además del mencionado museo en el interior de la Catedral, existen otros como el Museo de la Imprenta ubicado en la Casa dos Coengos, donde se cuenta la importancia de la cultura escrita en este pueblo donde se imprimió el primer libro en 1495. En un solo espacio, el visitante puede aprender sobre los orígenes de la imprenta y sobre el oficio de impresor desde la antigüedad hasta el momento actual.

En la plaza de la Catedral, el viajero puede adentrarse en la casa museo del escritor en lengua gallega más brillante del siglo XX: Álvaro Cunqueiro, periodista, novelista y poeta que obtuvo numerosos premios y reconocimientos a lo largo de su vida escribiendo en su lengua materna y enorgulleciéndose de su tierra. A poca distancia de su casa museo, desde el año 1991, este vecino ilustre posee una estatua en bronce, realizada por el artista Juan Puchades, que lo colocó observando la plaza y la catedral que, tantas veces, recorrió a lo largo de su vida.

Saliendo del núcleo urbano, es imprescindible una visita al barrio Dos Muiños, (De los molinos). Un precioso rincón al que, algunos, han bautizado como la “pequeña Venecia” y donde cohabitan diversos artesanos dedicados a la alfarería, la escultura, la cantería o a la serigrafía. Yo tuve la fortuna de conocer a Fernando Vilariño, maestro cantero que me mostró su lugar de trabajo: la antigua escuela reconvertida en taller.

En sus mejores tiempos, en este barrio, existieron hasta doce molinos que, hoy en día, no funciona ninguno de manera habitual. Sin embargo, todavía pueden verse los canales por donde fluye el agua del río Valiñadares.

En un rincón del barrio se ubica la capilla de Santiago construida en el siglo XVIII de la que, sus vecinos, se sienten muy orgullosos y la mantienen con mucho esmero.

No hay duda de que en el barrio de los artesanos, se puede encontrar arte en cualquier esquina, como así demuestra esta casa del Ratoncito Pérez, a la que no le falta detalle.

Si hablamos de gastronomía, Mondoñedo pasa a ser un edén culinario. Las empanadas son un manjar reconocido en Galicia, en general y, aquí, en particular. Las elaboran con ingredientes como mejillones, zamburiñas, pulpo, berberechos… o las tradicionales de bonito o carne y se pueden degustar en muchos establecimientos, tanto restaurantes como panaderías.Su forma es, curiosamente, de medialuna y se cocina sobre hojas de berza. Y, si hablamos de dulces, los más golosos, no se deben marchar sin haber probado la Tarta de Mondoñedo que, aseguran, se elabora con una receta creada hace más de ochocientos años.

A pocos metros de la plaza de la Catedral, un establecimiento es visitado por vecinos y turistas. Se trata de la tienda de Merce, una mujer muy profesional y amable que me aconsejó sobre los diferentes productos típicos de la zona.

En mi estancia observé que hay muchas referencias, además de un monumento, dedicado al escritor y médico Manuel Leiras Pulpeiro, natural de Mondoñedo.

Para los aficionados a la historia y a la arqueología, aquí encontrarán los castros de Lindín, Recadieira y Zoñán. Este último es muy importante para la arqueología de Galicia, ya que fue el primero en ser excavado en el año 1867. Del Paleolítico queda la Cueva del Rey Cintolo, un referente natural de Mondoñedo que se sitúa en el macizo calizo a la derecha del valle. Son varias las rutas que harán las delicias de los amantes de la naturaleza y que les mostrarán la gran variedad de especies tanto de flora como de fauna. Existen en la zona más de sesenta tipos de aves; así como cascadas, miradores o saltos de agua. Un paraíso, sin duda.

Mondoñedo es, además, uno de los lugares por donde transcurre el Camino de Santiago y donde descansan los peregrinos.

Como podéis imaginar, esto que os he contado es solo una pequeña parte de lo que disfrutaréis si visitáis Mondoñedo; hay mucho más por descubrir. Y, cuando abandonéis el pueblo, estaréis deseando volver. Avisados quedáis.

(Las fotos las realicé yo)