RIAÑO, PASADO Y PRESENTE DE ESTE VALLE LEONÉS.

Existen lugares que pueden impresionarte, enamorarte, fascinarte, decepcionarte o…dejarte indiferente.
Os garantizo que Riaño puede despertarte varios sentimientos pero ninguno será la indiferencia.
Riaño el nuevo, como muchos le llaman, es un pueblo joven; se creó en 1988 tras la inundación del viejo Riaño para la ejecución de un gran embalse.
El embalse de Riaño, o de Remolina, pertenece a la cuenca hidrográfica del Duero y, para llevar a cabo este proyecto, fue necesario inundar nueve pueblos de esta comarca que se encuentra a 1148 metros sobre el nivel del mar.
Fue proyectado durante la República, en la segunda década del siglo pasado, pero no fue hasta el año 1965, con la dictadura de Franco, que se levantó el muro de hormigón de la futura presa.
Comenzaron las expropiaciones y, como cabe suponer, también las movilizaciones por parte de los habitantes de las poblaciones afectadas que se oponían a aquella obra. Durante muchos años se mantuvo paralizado; hasta que en 1982, al llegar los socialistas al Gobierno, se activó y con él volvieron las manifestaciones en contra.
Tras meses de protestas, tanto allí como en otros lugares de España, el gobierno de Felipe González decretó el cierre del valle y, para ello, no dudó en desplegar a numerosos militares en la zona y asegurar, así, el buen desarrollo de las obras.
El embalse fue inaugurado en 1988 y, hoy en día, depende a quién preguntes te dirá que fue una obra necesaria y otros te asegurarán que se podía haber evitado la desaparición de aquellos pueblos leoneses.


Son muchísimos los testimonios de las personas desalojadas que han llegado a nuestros días gracias a Internet. La mayoría evocan aquellos años con tristeza. Cuentan que todavía hoy sueñan con las campanas que anunciaban el derribo de las casas. Los que lo vivieron hablan de sensación de miedo, de vacío, de dolor…
Han pasado treinta años pero siguen rememorando aquellos aciagos días, cuando el agua arrasó sus casas pero no sus recuerdos.
Estremece ver videos con las vacas entre los escombros, las grúas, los obreros con sus buzos y cascos, la guardia civil haciendo que se cumpla lo acordado, vecinos en los tejados para evitar que derriben sus hogares, piedras y cascotes cayendo…y, lágrimas, muchas lágrimas.
Barricadas con piedras, neumáticos y colchones para que no accediera la maquinaria pesada pero, todo fue en vano. Las casas fueron demolidas con el objetivo de que no pudieran volver los vecinos a ellas.
Tres mil cien personas, además de numerosas cabezas de ganado, tuvieron que rehacer sus vidas en otras localidades.
Eran otros tiempos y los argumentos que los ecologistas esgrimían sobre la flora, la fauna y la historia de aquel paraje, no les hicieron cambiar de idea.
Actualmente, en el Riaño nuevo, existe un museo Etnográfico donde se exhiben numerosas fotografías y documentos sobre el embalse que cambió la vida de los habitantes de nueve pueblos.
En la plaza convive un hórreo junto a una cabaña leonesa conocida como chozo, para que la historia no se olvide.


La iglesia de Riaño fue dinamitada, pero en el pueblo actual existen dos: la de Nuestra señora del Rosario y la de Santa Águeda, traídas piedra a piedra de La Puerta y de Pedrosa del Rey, respectivamente para orgullo de los quinientos vecinos que conviven a orillas del embalse.


Llama la atención un edificio denominado corro donde tienen lugar los torneos de lucha leonesa, deporte autóctono de León, que presume de ser uno de los más antiguos de Europa.

En un rincón de Riaño, existe un banco conocido por ser el más bonito de la provincia, como así aseguran los folletos turísticos.

Las campanas de las iglesias destruidas forman parte de una escultura en un lugar destacado del pueblo.


Hace treinta años no hubiera tenido sentido construir un embarcadero aquí, en un lugar de montaña; sin embargo ahora sí existe y es muy utilizado, ya que de aquí parte el barco que realiza excursiones por los fiordos leoneses, y también sirve como punto de partida para realizar deportes náuticos.


Días atrás yo había reservado por Internet un paseo en una de estas embarcaciones con cabida para unas veinte personas. La travesía tiene un coste de diez euros por persona y dura una hora.
Durante el recorrido, además de admirar el paisaje, el capitán va aportando datos sobre la construcción del embalse y la flora y fauna del entorno.


Una de las cosas que me sorprendió fue ver las copas de los esqueletos de los árboles que asoman cuando baja el nivel del agua.


Realmente, si decidís visitar Riaño no podéis perderos esta excursión en barco.
Así como también os aconsejo subir al camping desde donde disfrutaréis de unas maravillosas vistas.

 

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