PALACIO IBAIGANE, SEDE DEL ATHLETIC CLUB

Palacios hay muchos en Bilbao pero, este, tiene una especial importancia, sobre todo para todos los seguidores del Athletic Club, ya que aquí se encuentra la sede del equipo de fútbol bilbaíno.

Ramón de la Sota, fundador de los Astilleros Euskalduna, fue un naviero y afamado empresario de finales del siglo XIX que encargó al arquitecto Gregorio Ibarretxe, la construcción de su residencia en la zona del nuevo ensanche. Este magnífico edificio, terminado en 1900, se trata de una importante muestra de estilo neovasco que recuerda a las casas-torre medievales de Bizkaia. Construido en forma de bloque cúbico con fachada de estilo clasicista, dispone de tres plantas y una cubierta a cuatro vertientes. Una gran vidriera del pintor Anselmo Guinea protege el patio interior donde se hallaban las lujosas habitaciones de la familia, hoy en día reconvertidas en despachos de los diferentes departamentos del club de fútbol. La estructura interior se realizó sobre vigas de forja construidas en Altos Hornos de Vizcaya; una modernidad para su tiempo.

Ramón de la Sota, fallecido en agosto de 1936, fue condenado por el régimen de Franco a pagar una deuda de cien millones de pesetas por “conspiración para la rebelión militar”, además de enajenar sus bienes y reconvertir su elegante residencia en cuartel general del Gobierno Militar de Vizcaya. No fue hasta 1979 que el edificio y los terrenos fueron restituidos a sus legítimos propietarios en un pésimo estado de deterioro. Durante siete años permaneció abandonado y fue presa de robos y destrozos.

Finalmente, los herederos llegaron a un acuerdo con el Athletic Club que buscaba una sede más grande y definitiva. El arquitecto Javier Aristegui, directivo del club rojiblanco, se hizo cargo de la restauración siendo lo más fiel posible teniendo en cuenta que se habían perdido los planos originales de la casa durante las inundaciones de agosto de 1983.

Tras muchas reformas, el 22 de agosto de 1988 se inauguró la que, junto a San Mamés, se considera el alma del Athletic. En esta mansión se han llevado a cabo importantes reuniones, fiestas, arduas negociaciones, elecciones…y es lugar de peregrinación de todos los aficionados que desean pasear por sus cuidados jardines.

FOTO: ANDONI RENTERIA

 

 

PUENTE DE DEUSTO

Salvar la distancia que separa las dos orillas de la ría para facilitar la vida de los bilbaínos siempre ha sido un reto en la historia de Bilbao. Muchos han sido los puentes construidos; algunos ya desaparecidos, otros de reciente construcción y, varios, emblemáticos como el de Deusto. Dado que el tráfico fluvial era intenso en aquella época, los puentes debían de ser levadizos.
En el año 1931, el Ayuntamiento de Bilbao encargó la ejecución de un puente de estas características a los ingenieros José Ortiz de Artiñano e Ignacio de Rotaeche quienes, junto al arquitecto Ricardo Bastida, firmaron el proyecto para la construcción del puente de Deusto inspirado en el puente levadizo de la Avenida Michigan de Chicago.

En diciembre de 1936, siendo Ernesto Erkoreka Alcalde de la villa, se inauguró. Desgraciadamente, el 18 de junio del año siguiente, hubo de ser volado como defensa durante la Guerra Civil. Dos años más tarde fue reconstruido por las autoridades franquistas y se reinauguró con el nombre de Puente del Generalísimo que mantuvo durante cuarenta años.
En los años ochenta del pasado siglo fue escenario de la encarnecida lucha de los trabajadores de los Astilleros Euskalduna contra la policía, defendiendo sus empleos ante el inminente cierre de la empresa.
Su valor patrimonial y su testimonio histórico del pasado industrial de nuestra villa le confieren un gran atractivo. En los últimos años ha sido objeto de reforma tanto de la barandilla, a la que se le ha incluido un sistema de luces leds; como la pasarela, que ha sido asfaltada o la maquinaria y las escaleras de acceso.
La apertura del puente siempre ha sido un espectáculo, aunque significara tener que esperar pacientemente en alguna de las orillas mientras contemplabas el paso de barcos como los de la naviera Pinillos, tan habituales décadas atrás. La última vez que se abrió con un fin comercial fue en mayo de 1995. Posteriormente sus hojas se han elevado en alguna ocasión más para labores de mantenimiento del mismo o para el paso de la regata de Ingenieros contra Deusto en 2008.

FOTO: ANDONI RENTERIA

EL CUARTEL DE GARELLANO

El Regimiento de Garellano, creado en Ciudad Real en 1877, fue bautizado así en honor a la batalla en la que, los españoles y los aliados, vencieron a los franceses en la desembocadura del río italiano del mismo nombre en el año 1503 en el marco de la segunda guerra de Nápoles.
Este regimiento fue destinado primero a Madrid y, posteriormente, a Orduña para terminar en Bilbao en 1887 ocupando un edificio en la confluencia de las calles Conde Mirasol y San Francisco; donde anteriormente se ubicó el Convento Imperial de San Francisco.
Años después, en 1932, los militares se trasladaron a los recién inaugurados cuarteles de Basurto que formaban un conjunto de pabellones en torno a un patio central edificados en un estilo neo-árabe con varios elementos neo-mudéjar.


Cincuenta años ocuparon los soldados estas dependencias; ya que, en 1981, fueron trasladados a Mungia pasando, el cuartel, a ser propiedad del Consistorio Bilbaino quien lo puso a disposición del Cuerpo de Bomberos y de la Policia Municipal de Bilbao.
Existe una leyenda que asegura que a los militares les llamaban “zortzis” (ocho, en euskera) debido a que ese era el número de tranvía que utilizaban para llegar al cuartel desde Atxuri, pero no es cierta esa versión. El origen del nombre se remonta a la mitad del siglo XIX cuando todavía no había llegado el regimiento Garellano y el cuartel lo ocupaba el regimiento África. Aquellos soldados llevaban en el cuello de su guerrera un número correspondiente a su unidad que, en aquel caso, era el número ocho.
El regimiento de Garellano contaba con una magnífica banda de música que actuó en el Teatro Campos Elíseos durante los carnavales de 1887 y que solía ofrecer conciertos en el Kiosko del Arenal.
Otra de las anécdotas de aquel ejército de Garellano fue su firme posicionamiento a favor de la República el 18 de julio de 1936, día del levantamiento fascista, manteniéndose leal al Lehendakari Aguirre.

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