El domingo ha amanecido bastante bueno, sin lluvia y con menos frío que días pasados asi que, una excursión era obligada.
El lugar elegido, El Vivero.
En la subida hacia Artxanda veo que muchos bilbainos han tenido la misma idea que yo pero, pienso que no será para tanto. ¡Qué equivocada estaba!
Al pasar por el merendero León los coches aparcados en la cuneta y la gente con trineos por las campas, me dieron una idea de lo que me esperaba unos kilómetros más arriba.
Sigo ascendiendo y tomando fotografías, el paisaje es precioso. La nieve cae de los árboles dejando un maravilloso espectáculo al que no estamos acostumbrados en Bilbao.
Más coches por los arcenes.
LLegamos al antiguo Parque de Atracciones y debemos pararnos, hay caravana. Mientras avanzamos me da tiempo a tomar imágenes de las pirámides nevadas y de observar cuánta gente se divierte con trineos, plásticos o tirando bolas.
Seguimos adelante.
Más coches, más gente.
Jamás he visto esta zona tan animada y, os aseguro, que he subido muchísimas veces desde que era una niña.
El aparcamiento de El Vivero completamente lleno; coches en doble fila por todos lados, metidos en la nieve, cruzados, en fin un auténtico caos.
Optamos por continuar hacia el campo de golf.
El campo precioso, absolutamente cubierto, no se ve ningún green, ningún bunker, solo el lago nos indica que ahí debajo de ese manto blanco, hay un campo de 18 hoyos.
Tampoco se puede parar allí, puesto que no hay sitio para estacionar el coche.
Empiezo a perder la esperanza de pisar la nieve.
Pero…por fin un kilómetro más abajo, camino de Galdakao, a la derecha, hay una entrada y allí, al lado de otros cuatro coches, puedo dejar el mío.
Veo, que un grupo de matrimonios con niños han entrado en el campo de golf por un lado donde la verja está rota.
Decido entrar yo también y lo primero que veo es un muñeco de nieve ataviado con la bufanda de los Hombres de Negro, con el que me saco una foto.
Me tiran bolas ¡Cómo no! Soy un blanco fácil, pero lo que no saben es que yo también sé contraatacar.
Después de la guerra de bolas, me acerco a la cuadrilla que allí había y les pregunto si me dejarían tirarme con uno de sus trineos. Por supuesto, me han dicho que sí amablemente.
Se me ha desviado un poco en el descenso porque la dirección estaba un poco fastidiada, jaja.
El aparato para limpiar las bolas de golf resulta curioso entre la nieve.
Y, como suelo hacer en la arena de la playa, no me he podido resistir a hacerlo en la nieve.
No sé si lo apreciaréis en la foto pero pone ; NIK (Corazón) BILBO.
Ya llevaba una hora y mis tripas me indicaban que se acercaba la hora de comer por lo que he decidido, que ya era suficiente nieve por hoy.
Ha sido una mañana muy divertida y hacía al menos tres años que no participaba en una guerra de bolas.
He disfrutado como una niña.