CUARENTA AÑOS ESPERANDO A LA GABARRA

La conocida como gabarra es, en realidad, una pontona: una plataforma flotante que debe ser remolcada porque no lleva motor. La primera vez que la gabarra Athletic surcó la ría fue en el año 1983 cuando el equipo ganó la liga. Fue Cecilio Gerrikabeitia, miembro de la junta de directivos del Athletic Club, quien tuvo la idea cuando escuchó la mítica canción que dice así: «Por el río Nervión bajaba una gabarra…» que, curiosamente, no se refería a los leones, sino al Acero Club Olabeaga. La segunda vez fue al año siguiente cuando se utilizó para festejar los títulos de Campeón de Liga y Campeón de la Copa del Rey, y volvió la locura a Bilbao con un millón de aficionados situados en las márgenes de la ría y cientos de pequeñas embarcaciones acompañando a la gabarra.

El pasado seis de abril, en Sevilla y, después de cuarenta años, el Athletic Club conquistó la tan ansiada Copa del Rey. Desde hace semanas, Bizkaia entera se ha volcado para dar su apoyo a los jugadores. Y, por fin, pudimos ayer día once celebrarlo como merece la ocasión. La mítica gabarra llegó hasta el Ayuntamiento de Bilbao, junto con más de cien embarcaciones de diferentes tamaños después de dos horas de recorrido desde el puerto de Getxo.

La locura, los gritos de júbilos, los cánticos, las arengas, las lágrimas, los abrazos, la emoción…todo teñido de rojo y blanco. Se estima que más de un millón de personas les rindieron homenaje con sus vítores, sus camisetas y sus banderas desde las márgenes de la ría y desde los balcones y azoteas.

A las cuatro y media de la tarde llegué a los aledaños del ayuntamiento de Bilbao. En el exterior pude recoger testimonios de muchos bilbaínos que llevaban desde primera hora de la mañana apostados en un buen sitio para no perderse ningún detalle de la celebración.

En el Salón Árabe del Ayuntamiento de Bilbao los medios de comunicación ocupaban sus lugares. Cables, micrófonos, cámaras…se mezclaban con los nervios, la ilusión, las sonrisas y las ganas de recibir a los campeones. A través de unas pantallas íbamos siguiendo el recorrido del cortejo.

El Alcalde, Juan Mari Aburto, atendió a todos los medios que querían conocer sus impresiones en este día tan esperado.

Dos figuras que no podían faltar fueron Pitxitxi y su esposa Lina; bueno, los gigantes que los representan.

Pasaban algunos minutos de las siete cuando la gabarra se acercó al muelle y los jugadores, junto con todo el equipo técnico del club, desembarcaron y se dirigieron a la escalinata principal donde ya les esperaba el Alcalde, Juan Mari Aburto. Tras los abrazos y las fotos para el recuerdo, Igor y Alazne, los dantzaris, les regalaron el Aurresku de Honor al son de los txistus de la Banda Municipal de Txistularis de Bilbao.

Dentro de la casa consistorial saludaron a los concejales y posaron todos juntos en la escalinata interior mientras coreaban el consabido «Txapeldunak…»

Cuando llegaron al Salón Árabe lo hicieron pletóricos, con la felicidad en sus rostros, saludando a todos.

El Alcalde les felicitó y recordó que el Athletic Club es la única institución que posee los máximos galardones concedidos por el Ayuntamiento: La Medalla de Oro en 1998, con motivo del centenario del club y el título de Embajador de la Villa en 2012.

El Presidente, Jon Uriarte, se mostró exultante y agradeció la acogida y, por supuesto, tuvo unas palabras cariñosas para toda la afición. El entrenador, Ernesto Valverde; así como José Ángel Iribar, el Txopo e Iker Muniain también hablaron en el atril para agradecer y reiterar que el equipo y la afición son únicos en el mundo.

Después de los discursos era el momento de salir al balcón y ofrecer la copa a los miles de aficionados que esperaban pacientemente en la explanada del Ayuntamiento y alrededores.

Una nube de confetis rojiblancos cayeron cuando el capitán levantó el trofeo y, la alegría acumulada después de tantos días, estalló.

Comenzaron los cánticos, Iker Muniain con el micrófono animaba a los aficionados e iba presentando a sus compañeros con frases simpáticas y divertidas. Se coreó el himno oficial del Athletic y el momento más emotivo llegó con el Txoria Txori que suelen cantar en San Mamés.

 

Los jugadores se prestaron encantados a posar con todos los que se lo pidieron.

También pude saludar a mi buen amigo Jon Ruigómez, director de Itsasmuseum y Vicepresidente 2º del club.

Rozando las nueve de la noche se despidieron de la afición porque todavía les quedaba llegar en el autobús por Gran Vía hasta el Palacio de la Diputación Foral de Bizkaia, donde les esperaba la Diputada General, Elixabete Etxanobe y el resto de diputados.

Un día que nunca olvidaremos y, cuando pasen los años, preguntaremos «¿Y tú desde dónde viste el recibimiento de la gabarra?»

 

LAS FOTOS SON DE ANDONI RENTERIA Y MÍAS.

 

LA GABARRA, UN SÍMBOLO ROJIBLANCO.

Estos días nuestra mente solo tiene una idea, una ilusión. Es tiempo de esperanzas, de ganar títulos. En Bilbao no decimos vamos a ganar tal trofeo o copa; decimos, henchidos de orgullo, “vamos a sacar la gabarra”.
Eso por sí mismo, para el resto del mundo, no significa nada pero, para nosotros es una frase con tintes de victoria, de alegría inmensa, de felicidad absoluta, de recuerdos, de sueños…
La gabarra es una embarcación utilizada en la industrialización bizkaina de finales del siglo XIX.
Por la ría se transportaban en estas barcazas, toneladas de minerales desde las minas hasta los cargaderos existentes entre Olabeaga y Portugalete.
Todas tenían su función, pero una estaba destinada a ser la elegida, la que adoraríamos, la que nos transportaría felicidad en vez de mineral, la que acapararía flashes y miradas.
Su nombre original era “Gabarra número 1” y se construyó en el año 1960 por encargo del Puerto Autónomo de Bilbao en los Astilleros Celaya. Aunque todos la llamamos gabarra, en realidad no lo es, sino que es una pontona, una plataforma flotante sin propulsión.
Tampoco es nueva la idea de celebrar los triunfos con los jugadores subidos a ella. En el año 1924 el Acero Club, el equipo de Olabeaga, se proclamó campeón de España en la serie B, y al armador Manu Sota se le ocurrió la idea de remolcar a los jugadores en una gabarra iluminada con antorchas. Él no lo sabía pero había nacido un mito.
Fue en 1983 cuando nuestra gabarra, rebautizada como ATHLETIC, subió la ría con once “aldeanos” y miles de vítores, sonrisas, aplausos, ilusiones, gritos, cánticos y todas las manifestaciones de euforia imaginables en las dos márgenes de la ría. La Liga era nuestra y había que celebrarlo.
Un año más tarde la escena se repetía, esta vez festejando el doblete. Nueve meses después de las trágicas inundaciones, los bilbaínos sonreíamos de nuevo.
Recuerdo perfectamente cuando, siendo una cría, la vi pasar a mi lado a la altura del Ayuntamiento.
Solo la hemos sacado dos veces, pero jamás perdemos la esperanza de que todos aquellos que no pudieron vivirlo por no haber nacido aún, sean testigos de la emoción que supone ver a nuestros jugadores sobre ella surcando la ría.
Esa emoción es la misma que sentí yo ayer; ayer pude subirme a la preciada gabarra con el permiso del director del Museo Marítimo, el Sr. Jon Ruigómez que, amablemente, me dio la oportunidad de fotografiarme en ella y poder realizar esta entrada en mi blog.

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Como sabéis, la gabarra se encuentra atracada en el dique seco de este Museo, al que siempre os aconsejo una visita.
Paseé por toda la superficie, me recreé observando todo al detalle y me imaginé rodeada de los leones con la copa en la mano.

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Ojalá se haga realidad, al menos, verlos a ellos.

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Otro emblema del museo es la grúa Karola que también quiso ser modelo en esta simpática y emotiva sesión de fotos.

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Muchas gracias al Museo y en especial a su director por permitirme cumplir un sueño.
FOTOS: ANDONI RENTERIA