PUNTA LUCERO, VISTAS A LA HISTORIA Y AL MAR.

Nunca había subido a Punta Lucero; aunque, si bien es cierto, muchas veces dije aquello de: “tengo que subir. Debe de haber unas vistas magníficas desde la cumbre”. Y, por fin, hace unos días me animé a ascender hasta lo más alto y descubrir el encanto de este monte con tanta historia que permite admirar el bello paisaje de la costa.
Desde Bilbao en coche tardé unos veinte minutos en recorrer los veinte kilómetros hasta Zierbena. En el barrio de la Cuesta, al lado de la iglesia San Román, aparqué sin problemas y me dirigí al inicio de la ruta a pocos metros. Tras cruzar una puerta grande emprendí la subida cruzándome con varias personas que, por lo que me explicaron, realizan esta ruta en sus paseos diarios.

El recorrido completo de ida y vuelta supone unas dos horas y media y no reviste gran dificultad por lo que es apto para subir en familia con los más pequeños de la casa. Existen dos caminos para llegar a la cumbre: uno por el interior y otro, el que yo elegí, discurre mirando al mar con el piso de asfalto y algún banco para poder descansar y desde donde observar el puerto de Zierbena, el Superpuerto de Bilbao o la margen derecha hasta Sopelana.

En cualquier caso, los dos caminos te llevan hasta la cumbre donde se encuentran los restos de una antigua fortificación militar. Ya en el siglo XVI y en el XIX, durante las guerras carlistas, se excavaron varias trincheras. Sin embargo, los restos mejor conservados son los pertenecientes a las baterías, nidos de ametralladoras y cuarteles construidos por las tropas franquistas entre 1937 y los años cincuenta del pasado siglo. Aunque nunca llegaron a funcionar, se mantuvieron activas hasta 1982. Desde entonces, estas instalaciones solo son un reclamo turístico para los que ascienden hasta la cima.
El que fue cuartel militar se encuentra en un estado lamentable donde yo no me atreví a entrar. Al lado, una especie de piscina de cemento me hace pensar que se trataría de un depósito de agua. Varios cañones apuntando al mar y detrás, las galerías que servían como refugio.

Tras varios minutos imaginando cómo vivían en este entorno los cientos de militares que lucharon en los últimos siglos, me dediqué a disfrutar del mar Cantábrico, de su grandiosidad y preferí abandonarme a pensamientos más alegres. Allí arriba, a 307 metros de altitud, sientes la libertad y la felicidad en estado puro.

En mi descenso me topé con más construcciones abandonadas que forman parte de la historia de este monte y de nuestra tierra.

No hace falta deciros que disfruté muchísimo y que cuando bajé me dije: ¿Cómo he podido tardar tanto tiempo en subir a Punta Lucero?
Os lo aconsejo, sin duda.

FOTOS: ANDONI RENTERIA

VÍA VERDE DE ARRAZOLA

No hay duda de que, las vías verdes, se han convertido en una magnífica opción para caminar por la naturaleza sin mucha dificultad.
Hace unos días realicé la ruta de la Vía Verde de Arrazola. Desde Bilbao me dirigí a Apatamonasterio, barrio de Axpe Atxondo en la comarca del Duranguesado, donde estacioné el coche en un aparcamiento a pocos metros del inicio de este camino que termina en la antigua estación llamada Tope o Errotabarri.
Un pequeño salto de agua me da la bienvenida. Se trata del río Arrazola que me acompañará durante todo el recorrido, ya que discurre paralelo a la vía verde, o lo que es lo mismo, por la que fue la antigua vía férrea que unía Durango con Arrazola.

En 1905 llegaba el primer tren desde Apatamonasterio hasta las minas de Arrazola. Este servicio ferroviario funcionó hasta marzo del año 1975 cuando fue desmantelada toda la red.
Como si de un decorado se tratara, las montañas invitan a observar su grandiosidad y a fotografiarse con ellas y con esos prados que, en enero, lucen su verdor fruto de la humedad del invierno.

Anboto, morada de la diosa Mari, diosa de la naturaleza es, quizá, el monte más emblemático de Bizkaia.

El recorrido completo de ida y vuelta tiene una longitud de diez kilómetros que, os puedo asegurar, se hacen muy amenos porque el paisaje es muy entretenido, salpicado de caseríos, huertas o iglesias. También el piso ayuda y facilita la posibilidad de llevar coches de bebés, ya que está formado por grava compacta.

No falta una zona de esparcimiento con aseos, fuentes, bancos y hasta columpios para que los más pequeños disfruten de un rato divertido.

Casi llegando al final del recorrido nos encontramos con la ermita de San Roque que posee una gran portalada con barrotes de madera que permiten observar su interior.
Encinas, plátanos y alisos son algunas de las variedades de árboles que decoran el paseo.

También una vagoneta que transportaba el mineral, nos recuerda el pasado de esta vía verde.

Al final del trayecto han equipado una zona de descanso, al lado de lo que fue la estación. Y, por supuesto, no faltan los restaurantes para calmar el hambre o la sed después del ejercicio.

FOTOS: ANDONI RENTERIA

ONDARROA, TRADICIÓN Y MODERNIDAD.

Situada en la comarca de Lea-Artibai, Ondarroa cuenta con casi nueve mil habitantes en una extensión de menos de cuatro kilómetros cuadrados. A la Muy Noble y Leal Villa de Ondarroa le cruza el río Artibai que forma una pequeña ría en su desembocadura. Mar y montaña, tradición y modernidad, todo tiene cabida en esta hermosa población.

Hace unos meses disfruté de una mañana descubriendo rincones, paseando por sus calles, subiendo y bajando sus innumerables escaleras, observando las enormes gaviotas que se acercan con intención de alimentarse de algún pescado olvidado en el puerto.

El puente ITSAS AURRE, más conocido como puente de Calatrava por el apellido de su arquitecto, fue inaugurado en 1994 y se ha convertido en uno de los símbolos de Ondarroa. Construido en acero tiene una longitud de setenta metros y es uno de los accesos al puerto.

Para visitar esta población marinera debes hacerlo sin prisas, disfrutando de los edificios, de su historia, escuchando los ruidos de sus habitantes, de su vida diaria.

La iglesia Santa María se hallaba cerrada y no pude acceder pero sí observar su grandiosidad desde fuera. Su estilo es gótico tardío y data de finales del siglo XV. Se asienta sobre unas grandes arcadas donde todavía se pueden ver argollas que servían para atar con cuerdas las embarcaciones.

 

Numerosos peldaños por el casco viejo sirven para acceder a la parte de arriba donde se cruzan muchos edificios en sus estrechas calles; algunos medievales como la casa torre Likona con sus gruesas paredes y forma de cubo donde nació María Sánchez de Licona, madre de San Ignacio de Loyola.

El frontón es otro de esos elementos que nunca faltan en las poblaciones de nuestra geografía.

Otro de los iconos de Ondarroa es el Puente Viejo, un puente de piedra construido en el mismo lugar donde se hallaba el puente de madera medieval que fue derruido en 1958 por una riada.

Esto que os muestro solo es un pequeña parte del pueblo, ya que mi visita fue express, pero os invito a que paséis un día recorriendo las calles de esta villa marinera. Seguro que os fascinará.

FOTOS: ANDONI RENTERIA.