UN MUSEO DE PAZ

El Museo de la Paz en Gernika es uno de esos lugares donde merece la pena pasearse entre su historia, sus documentos, sus objetos, sus audiovisuales, sus emociones, sus recuerdos…
Este museo se encuentra en la Plaza de los Fueros frente al Ayuntamiento y al lado de la casa de Cultura. No hay pérdida.


Hace un tiempo acudí hasta aquí para conocerlo de cerca y, amablemente, su directora Iratxe Momoitio, me recibió en su despacho y me explicó las diversas actividades que llevan a cabo en el museo y me ofreció datos sobre las cifras de visitas que, cada año, aumentan.
Desde el museo ofrecen visitas guiadas a grupos o individuales en varios idiomas. También realizan actividades culturales, educativas y rutas guiadas por diferentes itinerarios de los alrededores.

La directora insistió en el objetivo de este museo y no es otro que promover los valores de la paz, despertar los sentimientos y las sensaciones y difundir los conocimientos de la historia.

Son muchos los grupos de estudiantes que visitan el museo y se interesan por él, bien sea de nuestro país o de fuera.
Cuentan con un amplio abanico de talleres didácticos para acercar a los alumnos a la cultura de la paz desde un punto de vista lúdico y creativo.
Este museo se inauguró en 1998 con el fin de narrar lo sucedido aquel 26 de abril de 1937 cuando el pueblo de Gernika sufrió el trágico bombardeo por parte de la aviación nazi. Años después se reformó y se creó el actual; único en el país dedicado a la Paz.
El museo se distribuye en tres pisos y un sótano. Quizá una de las salas que más impresiona sea la “Casa de Begoña”. En una habitación amueblada a la moda de la época con unos bancos para poder “vivirla” sentados, el visitante se traslada a aquel día hace más de ochenta años. Impresiona oír las voces de los niños de aquella familia y una radio en la lejanía. De repente, se escuchan sirenas, aviones pasar, gritos, estallidos…todo es confuso, todo es destrucción y terror.


En las vitrinas de cristal hay varios objetos como ropas de los milicianos, máquinas de escribir o prismáticos.


Los paneles informativos con fotografías que ilustran aquel día nos dan una idea bastante clara del sufrimiento de la población de Gernika.

En la exposición permanente hay una sección muy interesante en la que se explica qué es exactamente la paz. También existen otros apartados en los que se cuenta qué legado dejó el bombardeo y nos ofrecen testimonios en formato audiovisual de aquellas personas que vivieron esos terribles días.


El GERNIKA de Picasso está muy presente en el museo y, en algunas zonas, en el suelo bajo unos gruesos vidrios, se pueden observar restos de los edificios destruidos.


Al museo no le falta de nada e, incluso, dispone de una tienda para todo aquel que quiera llevarse un recuerdo de su paso como libros, objetos decorativos, artículos solidarios o láminas con preciosas fotografías.

Este museo muestra los horrores vividos en aquella cruenta guerra y pretende que no se borre de la memoria lo que sufrieron tantos vecinos del pueblo. Por ello propone una alternativa de reconciliación para salvar el mundo a través de la paz. Invita a crear y buscar la paz. Nos enseña a valorar y respetar los Derechos Humanos.


Os dejo este enlace para más información https://www.museodelapaz.org/
Sin duda, es uno de los lugares que hay que visitar.
FOTOS: ANDONI RENTERIA

NIÑOS DE LA GUERRA

Llevamos días observando el horror, la tragedia, la tristeza, la barbarie, el miedo…en las caras de todas aquellas personas que huyen de su país en guerra.
Huir de un país en conflicto no es nada nuevo, desgraciadamente. Durante la Guerra Civil Española hubo millares de personas que debieron refugiarse en otros países.
En 1938, el entonces Obispo de Vitoria, Francisco Javier Laucirica, declaró respecto a los niños evacuados antes de la caída de Bilbao, que aquello era “un crimen espantoso”. Vaya que sí lo era.
Aquellos niños fueron puestos a salvo de un sinsentido, de una guerra, de una matanza.
El 20 de marzo de 1937 fue la primera evacuación. Salieron 450 niños del puerto de Bermeo hasta Burdeos donde tomaron otro barco con destino a la isla de Olerón en Francia.

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Se pensó enviar a 5000 niños a Estados Unidos, pero la falta de tiempo lo hizo imposible.
En mayo de ese año los buques “La Habana” y “Goizeko Izarra” llegaron a realizar cinco viajes durante todo el mes.
Desde el puerto de Santurce, El Habana trasladó a Gran Bretaña a 4000 asustados niños y niñas.
Este barco también transportó, en un día triste y lluvioso de junio, a 1500 niños y 72 maestros a la Unión Soviética. Casi todos aquellos pequeños eran hijos de miembros del Partido Comunista o de ideas republicanas.
Aquel embarque se llevó a cabo de noche para evitar posibles ataques de la aviación enemiga. Incluso una pequeña flota de aviones rusos vigiló la operación desde el aire.
Durante el viaje les llegaron noticias de que Bilbao había sido tomada por las tropas franquistas.
Días después atracaron en Leningrado donde les recibieron con honores. Hubo más viajes a esta ciudad, también desde Gijón con niños asturianos.
En total fueron 1500 los niños vascos refugiados en la antigua URSS.
El trato que les dispensaron fue maravilloso, llegaron, incluso, a proporcionarles libros de texto en castellano para que pudieran continuar con su educación académica.
A pesar de tantos cuidados y de haber sido protegidos de una cruenta guerra, es inimaginable el dolor que sintieron aquellos padres que vieron partir a sus retoños hacia un futuro incierto.
Ojalá nada de esto volviera a ocurrir en el mundo, pero eso…eso es un utopía.

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