Un año más, el Arenal bilbaino se ha llenado de color y de dulces.
Color el de los cordones que deberán permanecer nueve días en el cuello para quemarlos posteriormente, y dulces los que se vendían en los puestos alrededor de la iglesia de San Nicolás.
Exquisitas rosquillas, blancas tortas de San Blas, sabrosos macarrones y, muchos, muchos caramelos de malvavisco.
Desde primera hora de la mañana ya había colas para acceder a la iglesia portando los cordones multicolores para que el sacerdote los bendijera y asegurarse, así, todos los creyentes, la protección de los males de garganta.
Esta tradición tiene su origen en un médico y santo armenio del siglo IVque curó a un niño de morir ahogado por una espina clavada en su garganta.
La costumbre de colocar el cordón en el cuello viene de cuando se acudía a bendecir los alimentos y las semillas para prevenir los catarros. El cordón que utilizaban era el usado para atar las rosquillas caseras cuyos ingredientes habían sido bendecidos.
Durante todo el día, en San Nicolás, habrá misas y se bendecirán miles de cordones e incluso los caramelos malvaviscos serán bendecidos.
FOTOS: ANDONI RENTERIA