EMBALSE DE ORDUNTE, UN RINCÓN DE BILBAO

Hay un lugar en la provincia de Burgos donde puedes pisar la baldosa de Bilbao, donde se puede observar la B roja del logotipo de Bilbao, donde sus trabajadores llevan uniformes con nuestro escudo. Ese lugar es el embalse de Ordunte.

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En pleno Valle de Mena, a 40 kms de Bilbao, se encuentra este pantano con una capacidad de 22 hectómetros cúbicos para el consumo de los bilbainos.
Siendo alcalde Federico Moyua en el año 1925, se proyectó construir esta presa que garantizase la posibilidad de consumir 250 litros de agua por habitante y día. La obra costaría 30 millones de pesetas que, después de financiarla durante 50 años, se convirtieron en 105 millones.
Durante las obras hubo varios heridos y muertos por las explosiones o corrimientos de tierra. Tampoco faltaron las huelgas de trabajadores.
Bajo las aguas quedaron edificios como la ermita San Bartolomé que, se construyó una nueva en el pueblo de Ribota financiada por el consistorio bilbaíno, y la Casa de Juntas de Ordunte.
Finalmente en 1934 comenzó su andadura este paraíso de cigüeñas y patos, así como de jabalíes alrededor del pantano. Esta infraestructura se concedió a la villa de Bilbao a perpetuidad.
Decido pasar la mañana en este maravilloso enclave; para ello, pongo rumbo a Balmaseda y, antes de entrar en el pueblo, tomo dirección Villasana de Mena. Enseguida encuentro el cruce de Nava de Ordunte y, a la derecha, una señal que indica el camino a seguir hasta el pantano.
Un pequeño aparcamiento (como para unos diez coches) es el final del trayecto. Allí estaciono mi vehículo y, después de observar detenidamente el plano del embalse, me dirijo andando al dique donde lo primero que llama mi atención es el suelo embaldosado con uno de los símbolos bilbaínos.

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Me asomo y observo un edificio que parece ser una pequeña estación hidroeléctrica, y una red de sensores que controlan el estado de la presa.

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Por el otro lado la vista es impresionante: una extensión de 385 metros de longitud en la que, a pesar de no encontrarse a plena capacidad, la visión es maravillosa con su agua tan azul.

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Unos aliviaderos gigantes parecen muertos de risa, sin utilidad.

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Con decisión cruzo el dique de 47 metros de altura, sabiendo que tenía por delante diez kilómetros de ruta alrededor del embalse hasta regresar al aparcamiento.
La pista es cómoda, no hay desniveles y es suficientemente ancha como para que circulen los vehículos autorizados de los trabajadores, todo ello en un entorno paradisiaco, sobre todo en un día espléndido como el de hoy.

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Cada ciertos metros me paro, escucho el silencio y tomo fotografías. No deja de sorprenderme lo bajo que está el nivel del agua. El terreno que piso tan seco parece desértico.

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Aprovecho para fotografiar a mi amigo Andoni.

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En las laderas de los montes veo zonas donde han plantado árboles para su reforestación y leo un cartel que prohíbe cosechar setas.

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Atravieso un bosque de cipreses en el que da la sensación de que te va a aparecer algún animal, pero no, todo es tranquilidad.P1320563

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Cuando calculo que he andado cinco kilómetros llego a un cruce. Durante unos segundos dudo qué camino elegir, pero enseguida veo otra indicación para continuar rodeando el embalse.
Me habían hablado de un puente romano que, normalmente, no se deja ver por estar cubierto con agua. En este caso se veía a la perfección y pude imaginar el paso de los peregrinos en su camino a Santiago atravesando lo que ahora se veía tan ruinoso.
El sol de enero embellecía el paisaje.

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Un perro a lo lejos ladraba, supuse que era su manera de proteger al numeroso rebaño de ovejas que custodiaba.
Ya estoy en el otro lado del embalse y, mentalmente, calculo que faltan tres kilómetros para llegar a destino.

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El terreno es peor que en los primeros kilómetros ya que abundan las piedras, los charcos y el barro pero, todo eso carece de importancia cuando disfrutas tanto de la naturaleza.

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Finalmente alcanzo el parking y, en una zona de recreo habilitada con mesas y bancos, doy buena cuenta de unos sabrosos bocadillos mientras contemplo la grandeza de la presa y me enorgullezco de haber recorrido los diez kilómetros sin prisa pero sin pausa.

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FOTOS: ANDONI RENTERIA.

8 comentarios en “EMBALSE DE ORDUNTE, UN RINCÓN DE BILBAO

  1. Precioso reportaje de Ordunte y su entorno. Yo he ido mucho alli. He pescado truchas y he recolectado mucha manzanilla. Eran otros tiempos. Verabeaba en el Valle de Mena, un lugar idilico.

    • Gracias por tu comentario. Yo iba muchísimo de niña con mis padres. Es un entorno de mi infancia. También al valle de Mena, a Cantonad, luego a Espinosa…En fin, no te voy a aburrir, un saludo.

      • Hola Esme, pertenezco al Ordunte, precisamente a uno de sus pueblos,Partearroyo.
        Me gustaría hacer una pequeña rectificación: La ermita de San Bartolomé está en PARTEARROYO. De todos los pueblos que la construcción del pantano cogió,Pàrtearroyo es con diferencia el que más terreno cedió.
        La cabecera del Ordunte es Ribota, la presa Nava y el resto, Partearroyo.
        Muchas gracias!, por acordarte del pantano de Ordunte

  2. Bonito reportaje. Me trae buenos recuerdos. Nosotros hemos ido mucho. Hasta tengo una anécdota de una vez que clavamos el morro del todoterreno y gracias a la ayuda de otro , lograron sacarnos de ahí. Pero primero tuve que bajarme y me hundí en el barro hasta la ingle. Fuimos la atracción del día. El rescate duró casi hora y media. Hoy me hundo y no salgo jjaaa.

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