José de Mazarredo Salazar Muñatones y Gortázar nació en Bilbao el ocho de marzo de 1745 y falleció en Madrid a los 67 años.
Militar de profesión está considerado uno de los mejores marinos de España de su época y fue teniente general de la Real Armada.
A los catorce años ocupó la plaza de guardiamarina en Cádiz embarcándose en el chambequín Andaluz y demostrando su habilidad una noche que impidió que el buque se estrellara contra las Salinas de la Mata.
Aquella noche de tormenta consiguió con su bravura salvar a más de trescientos hombres.
Tras doce años de duro trabajo le nombraron ayudante de la mayoría del Departamento de Cartagena.
En 1772 embarcó en la fragata Venus con la que llegó hasta Filipinas. Tres años más tarde participó en la expedición contra Argel encargándose de los guardiamarinas de Cartagena. Él fue quien ideó los planes de navegación, fondeo y desembarco de más de veinte mil hombres del ejército.
El rey Carlos III le nombró alférez de la Compañía de Aguamarinas de Cádiz. También se dedicó a formar a jóvenes en el arte de la náutica y las maniobras además de escribir diferentes tratados sobre el tema como la “Colección de Tablas para los usos más necesarios de la navegación”.
En 1778, recién nombrado comandante del navío San Juan Bautista, realizó varios levantamientos hidrográficos en la península contribuyendo, de esta manera, a la creación del “Atlas Marítimo”.
Pocos meses después se convirtió en mayor general de la escuadra del general Gastón donde puso en práctica los “Rudimentos de Táctica Naval” y las “Instrucciones de señales” que había escrito durante su etapa de teniente de navío.
Con su valor y su inteligencia fue escalando posiciones y rangos dentro de la marina militar. Fueron muchas las campañas en las que participó activamente y eso le valió el reconocimiento de los altos mandos.
En 1789 pasó una larga temporada en Madrid escribiendo las “Ordenanzas” aunque debió dejarlas inconclusas porque se embarcó de nuevo, terminándolas cuatro años después.
Ante el propio Napoleón en París tuvo que luchar por los intereses de España, el francés disgustado le retuvo en la Ciudad de la Luz durante una temporada y consiguió que el Gobierno Español le cesase, conminándole a regresar a Cádiz.
A partir de ese momento fueron muchos los desencuentros con la corte y, por ello, fue desterrado primero a Santoña y después a Pamplona.
En 1812 vuelve a Madrid donde enferma de gota hasta fallecer el día 29 de julio de ese mismo año.
En Bilbao se le recuerda con una alameda.
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