La cumbre más alta del Parque Natural del Gorbea es objeto de deseo para muchos, entre los que me incluyo. Hacía tiempo que deseaba ver la cruz por mí misma y no en las miles de fotos que circulan por Internet. Días atrás cumplí mi sueño de coronar sus 1482 metros de altitud en compañía de mi amigo Iñaki García Uribe, montañero, etnógrafo y miembro de la Sociedad Aranzadi, gran conocedor de este parque natural, de cientos de historias relacionadas con el entorno y, por supuesto, experto en todo lo referente a la cruz.
Nuestro punto de encuentro fue el Parketxe o casa del parque en la población alavesa de Sarria. Allí existe un Centro de Interpretación con mucha información sobre la flora y fauna de este entorno natural. También dispone de mesas y bancos, así como una zona recreativa para los más pequeños. En el parking estacionamos los coches y nos pusimos en marcha.
Mientras subimos me va dando detalles de cuando en 1899 el papa León XIII animó a todos los católicos a colocar cruces en las cimas de las montañas de las zonas cristianas para recibir al nuevo siglo. El 12 de noviembre de 1901 se inauguró para regocijo de todos los que económicamente lo hicieron posible y todos los que fueron testigos de aquel hecho histórico. Desgraciadamente, duró solo un mes; ya que los vientos se encargaron de echar abajo la cruz y la ilusión de muchos.
Sin embargo no renunciaron a su sueño, sino que veintidós meses después inauguraron la segunda cruz que fue bendecida con aguas del río Jordán. De nuevo y, casi tres años más tarde, un vendaval la derribó. Por ello, la tercera y actual cruz, conocida como la prima pequeña de la Torre Eiffel se construyó 16 metros más baja que sus predecesoras, por lo que su altura actual es de 17 metros. No se sabe el día exacto de su colocación porque no hubo inauguración, pero ocurrió en el año 1910. Desde entonces la cruz se ha convertido en un símbolo, un emblema, sobre todo para los vizcaínos y alaveses ya que se halla entre las dos provincias.
El instante en el que apareció la Cruz delante de mí fue muy emotivo y jamás lo olvidaré.
Al llegar a la gran explanada, Iñaki me explicó cómo ocho meses atrás comenzó las gestiones para la restauración de la cruz, ya que se habían detectado algunos agujeros y en varias zonas la pintura estaba carcomida. Desde el año 1991 no se había pintado ni reformado. La empresa Pinturas Orozko era la encargada de llevar a cabo esta delicada operación. Durante cuatro días han trabajado muchas horas en unas condiciones que no son las habituales a las que están acostumbrados pero, el esfuerzo ha merecido la pena y siempre recordarán con cariño su aportación a la conservación de la respetada y venerada Cruz del Gorbea.
La actual imagen de la Virgen de Begoña sobre una peana de piedra, fue colocada, como me cuenta Iñaki, en junio de 1967 por el Grupo Alpino Baskonia. Cuatro años antes, el mismo grupo, haciendo una cadena humana desde Egiriñao para transportar los materiales hasta la cumbre, había instalado una talla igual pero en piedra. Desgraciadamente fue decapitada por alguien que carecía de sensibilidad y respeto, por lo que decidieron realizarla en bronce. Los restos de la antigua imagen fueron enterrados en las inmediaciones de la cruz y una vez al año este club de montaña organiza una subida nocturna para conmemorar el aniversario de la instalación de la “amatxu” de Begoña.
Desde la cumbre las vistas son magníficas, tanto por la zona alavesa con el pantano de Ullibarri Gamboa a lo lejos, como por la zona vizcaína con el Abra al fondo.
Caballos y vacas pastaban alrededor de la Cruz sin reparar en los que caminábamos absortos y con nuestros móviles inmortalizando el momento.
El buzón donde algunos montañeros depositan una tarjeta con sus datos, está realizado en chapa y tiene una bonita forma de caserío que me recuerda a una casita de muñecas.
Una hora después iniciamos la marcha de retorno parando en uno de los refugios de pastores para reponer fuerzas con pan de Orozko y varios embutidos.
Solo me queda agradecer a Iñaki por acompañarme en este reto personal, por contarme tantas historias entrañables y por su amabilidad y cariño. Como vizcaína le agradezco a él y a Pinturas Orozko por haber hecho posible la restauración de este símbolo vasco.
FOTOS: ANDONI RENTERIA
Qué buena descripción, a mi me agradaría subir, pero tengo una discapacidad, y no puedo caminar tanto. GRACIAS!
Un abrazo grande