Hoy en día un Whatsapp, un mensaje de Messenger o, simplemente, una llamada telefónica te informa de los goles que nuestro equipo marca en San Mamés, pero no siempre fue así.
En el hospital de Santa Marina, muchos aficionados ingresados allí querían conocer el resultado de los partidos, pero las comunicaciones no eran tan rápidas como en la actualidad.
Eso fue lo que le dio la idea a Remigio López apodado “El Morito”. Remigio fue un adelantado a su tiempo y ya elucubró sobre cómo informar cada vez que uno de nuestros leones marcaba un tanto.
El sistema sería a través de palomas mensajeras.
En la temporada 46-47 este gran aficionado fue el encargado de que desde San Mamés, cada vez que había que celebrar un gol, una paloma mensajera volara hasta Monte Avril, concretamente hasta el sanatorio.
Cada jornada en San Mamés se transportaban varias de estas aves en una caja pintada con los colores del equipo y, en el momento del gol, se sacaba una a la que se le ataba en una pata una anilla con un papel en el que se escribía el nombre del jugador que había marcado y el resultado.
En el método para anunciar los goles hay dos versiones; por un lado se dice que era con el papelito en la pata y por otro que se mandaba una paloma oscura o clara en función de si el resultado era a favor o en contra de nuestro equipo.
Además del nombre de Remigio asociado a este sistema de notificación, el Sr. Basterretxea, del caserío Pantoa de Lezama, debió encargarse años antes de llevar desde su criadero de palomas hasta San Mamés a estas simpáticas comunicadoras.
El 18 de mayo de 1947, los avisos de las colúmbidas hasta Santa Marina fueron continuos, ya que Piru Gainza hizo felices a los aficionados en ocho ocasiones.
Alguno de vosotros habréis oído hablar de este curioso sistema de información a algún familiar, si conocéis otra versión me encantará que me la contéis.
Dos fechas, dos, recordaremos siempre. 17 de agosto 2015 el día que ganamos la Supercopa al equipo que tantas veces nos ha hecho sufrir: el Barça. Y, hoy, 18 de agosto el día que recibimos a nuestros leones en las calles de Bilbao, como se merecen, con gritos de júbilo, demostraciones de alegría, música, abrazos… y, todo esto en dos colores: ROJO Y BLANCO.
En Bilbao, como hemos demostrado siempre, somos únicos para animar, apoyar, vitorear y, si es necesario, criticar a nuestro equipo, a nuestros leones.
El lunes se hablaba de milagros; coincidía en fecha con la onomástica de San Mamés, había muchos nervios, se palpaba la angustia pero, al final, todo fue como tenía que ir.
Durante los noventa minutos se mantuvo la tensión, la crispación era patente en las caras de los jugadores. Pero eran más las ganas de conseguir el título, de llevarse la copa para Bilbao, de demostrar que siguen enseñando las garras, de ofrecernos a todos los aficionados su victoria.
Una vez conseguido, llegaron las celebraciones. Bilbao era una fiesta, la gente en la calle no quería retirarse a sus casas, en los pueblos de veraneo, me consta, que donde se juntaron dos athleticzales hubo una juerga. Y, también, tocaba decidir cómo se festejaría y cuándo.
Días antes ya se podían leer comentarios en las redes sociales, en prensa y en otros medios de comunicación sobre si era conveniente o no sacar la gabarra, si un título así merecía que nuestra querida gabarra surcara las aguas de la ría, si se encontraba en óptimas condiciones para realizar ese trayecto, si los permisos se habían solicitado a las autoridades correspondientes. Todo eso y muchas diatribas más surgían minuto a minuto, hasta que a las doce de la noche un artículo en prensa digital concluyó lo que muchos imaginábamos: La gabarra permanecería varada en su lugar habitual: el dique seco del Museo Marítimo.
No obstante, habría un recibimiento y reconocimiento público en tres lugares especiales y emblemáticos en Bilbao: La Basílica de Begoña para agradecer y ofrecer la copa a la “amatxu”, el Consistorio bilbaíno donde les recibiría con honores el alcalde Sr. Aburto y el Palacio de la Diputación donde también presentarían su trofeo al Diputado General, Sr Rementeria.
Yo no quería perderme la posibilidad de acompañar a los leones y a todos sus seguidores así que decidí vestirme con la camiseta rojiblanca y comenzar, como ellos, el recorrido.
A las 15 15 h. los alrededores de la Basílica permanecían cortados al tráfico y la gente ocupaba las aceras, carreteras y era muy difícil el acceso al interior del templo. Decidí quedarme fuera disfrutando de la fiesta, del buen ánimo, de la plena felicidad.
El autobús con los héroes se abrió paso custodiado por coches de la Policía Municipal mientras los allí presentes gritábamos entusiasmados las ya conocidas consignas y muchas más.
Cuando descendieron del autocar un aplauso les dio la bienvenida mientras entraban a la Basílica.
Habían llegado en el autobús del club pero para desplazarlos al Ayuntamiento y a la Diputación les llevarían en uno descapotable.
El fervor de los aficionados no se puede explicar a través de palabras, solo de sentimientos. Las lágrimas no se reprimían ni en los más duros bilbaínos.
Unos minutos dentro para mostrar la copa a la virgen de Begoña mientras la gente no cabía de gozo. Fuera esperaba el autobús que les transportaría al siguiente “punto caliente”: El edificio del Ayuntamiento.
Yo me dirigí al Ayuntamiento antes de que salieran de la basílica para conseguir una buena posición. No quería perderme nada.
La gente se iba congregando, la música no paraba de sonar, una pantalla gigante nos mostraba lo que sucedía en Begoña, además de proyectar imágenes del partido jugado ayer.
Pasaban los minutos y en la plaza Ernesto Ercoreca no cabía un alfiler, era imposible dar un paso, los mayores recordábamos el recibimiento de hace 31 años, los pequeños no habían contemplado nada igual, sus ojos abiertos eran un pozo de emoción y sorpresa.
Allí nuestro pletórico regidor de la villa les esperaba para agasajarles con honores como si de héroes se trataran y, claro, que son unos héroes. Son los protagonistas de una contienda futbolística que nos ha hecho vibrar y nos ha llenado de orgullo y felicidad a todos los que sentimos el Athletic como parte de nosotros.
En la ría no veríamos la gabarra pero si pudimos ver varias embarcaciones adornadas con banderas que no querían tampoco perderse esa tarde inolvidable.
A las cuatro y media por la Avda Zumalakarregi aparecen coches de policía seguidos por el autobús descubierto donde se podía ver a los jugadores ataviados con prendas azules dando botes, alzando los brazos y sonrisas en sus caras. Detrás muchísima gente les acompañaban desde la Basílica.
Descendieron del autobús y en la escalinata del edificio consistorial se encontraban las autoridades con el Sr Aburto a la cabeza que, llevaba al cuello, una corbata acorde con los colores del día.
Allí saludaron a todo el público congregado y se hicieron las fotos de rigor.
Entraron y más fotos en la escalinata interior, de allí al Salón Árabe donde comenzó la ronda de discursos el regidor de la villa, primero en euskera y luego en castellano.
Habló sobre la filosofía del club, sobre la unión entre los aficionados y, también, comentó que nuestra afición es la mejor del mundo desde hace 117 años.
Dio paso a Josu Urrutia quien también agradeció la asistencia en euskera y castellano.
El sol quiso unirse a esta fiesta y brilló en todo su esplendor, empezaba a hacerse insoportable el calor pero allí nos manteníamos firmes y felices.
Por fin decidieron asomarse al balcón desde donde vendrían los momentos más simpáticos con Iker Muniain como maestro de ceremonias, haciéndonos cantar, bailar e, incluso, pidiéndonos silencio en algunos momentos.
Uno a uno han ido tomando la palabra con frases divertidas pero con un discurso común. Todos nos agradecieron el apoyo recibido en tantos años.
La emoción, la agitación, la entrega, los cánticos, los aplausos, las lágrimas…todo se mezcló formando una sinfonía como pocas veces hemos presenciado en nuestra villa.
Todo era poco para agradecer y demostrar al equipo que estamos con ellos, que sufrimos con ellos, que vibramos con ellos, que los queremos, que los apoyamos y que, pase lo que pase, seguiremos ahí, al pie del cañón.
Ellos ya lo saben y se notaba que sentían nuestra emoción y nuestro cariño.
Levantaron la copa, una copa que lucirá en una vitrina junto con todas las que se han conseguido en los más de 100 años que ya ha cumplido nuestro club.
Algunos jugadores como Aduriz o Gurpegi fueron tremendamente aplaudidos y aclamados.
En un momento dado han soltado cientos de miles de confetis formando una nube rojiblanca que ha hecho las delicias de todo el personal.
Se despidieron y, un rato después, ya estaban en el autobús para encaminarse al último punto, al edificio de la Diputación en Gran Vía.
Allí fue casi imposible acercarse, se habían juntado todos los que bajaron de Begoña, los que les recibieron en el Ayuntamiento más todos los que esperaban delante del palacio.
Salieron al balcón y mostraron la copa a los aficionados.
Ha sido una jornada emotiva que jamás olvidaremos y que siempre diremos “Yo estuve ahí, yo participé de la celebración”
Solo me queda dar las gracias a todos por su comportamiento ejemplar, demostrando una vez más que somos la mejor afición del mundo apoyando al mejor equipo del mundo.
Todos sabéis que el próximo día 30 será una fecha para recordar. Los leones se disputan la Copa en Barcelona contra el Barça. En cualquier rincón de Bizkaia y extrarradios se pueden ver banderas rojiblancas, los escaparates decorados, los edificios lucen, henchidos de orgullo, los colores de nuestro equipo, las pastelerías crean nuevos dulces en honor del Athletic…Todo, absolutamente todo, se está preparando para la gran final y, claro, yo no iba a ser menos. Durante dos días he paseado por Bilbao con la camiseta puesta, sacándome fotos delante de algunos edificios importantes de la villa o en lugares emblemáticos. También he visitado a dos amigos y grandes athleticzales. ¿Os apetece acompañarme? El primer sitio al que me dirigí fue la Alhóndiga Azkuna Zentroa. Era el momento de visitar a mi amigo Martin, el peluquero txirene de Iparraguirre 54, al que realicé una entrevista para este blog que os invito a leer en la sección Esme con… En cuanto me vio aparecer con la camiseta me mostró la mejor de sus sonrisas y con cara de pillo me dijo: «Tengo mi entrada aquí» Orgulloso y feliz se le ve en la foto con su «papelito» que le autoriza a acceder al Camp Nou para ver ganar a los leones. «Para perder una final hay que jugarla y nosotros llevamos varias finales» me asegura Martin y tiene razón. Ese es el espíritu. Otros no van a la final, pero el Athletic, si. Me despido de él con dos sonoros besos y un fuerte abrazo deseándole que disfrute mucho en Barcelona y que se traiga la copa.
Continuo mi camino hacia el edificio de la Diputación en Gran Vía. Mucha gente me mira y me sonríe, algunos incluso me dicen: AUPA ATHLETIC!!! a lo que contesto: AUPA!!! En la plaza Circular, siendo Don Diego López de Haro testigo, me tomo una foto con la fachada principal del edificio de Turismo. Vamos hacia el Arenal. Alli tengo de frente el edificio de Laboral Kutxa con dos grandes banderas y, en el otro lado, nuestro querido teatro Arriaga. Las calles del Casco Viejo muy animadas, están preparadas para la victoria, las banderas cruzan de lado a lado. Estoy en Belosticalle porque quiero saludar a mi amiga Lourdes, de la Paragüería Leoz, quien tiene uno de los escaparates más lucidos de Bilbao. Lourdes recuerda con nostalgia aquel día que vimos subir la gabarra por la ría y me deja un deseo: «Ojalá todos los que no pudieron verla porque no habían nacido, lo hagan ahora» Pues eso, ¡¡Ojalá!! Me despido de ella porque es la hora de comer y ella cierra su negocio hasta la tarde. No había terminado mi reportaje pero lo continuaría al día siguiente. Las once de la mañana y el Museo Guggenheim rebosaba visitantes, sobre todo, extranjeros. Salgo a la terraza y allí con la araña vigilándome me tomo la primera fotografía con mi camiseta rojiblanca. Los tulipanes y el gran árbol y el ojo, también querían salir en la imagen apoyando a los leones. Vamos dentro, nos camuflaremos bien, nadie se fijará en mi, jajaja Próxima parada: el parque de doña Casilda, el de los patos de toda la vida. Pero, antes, Puppy también quiere salir en la foto. Al llegar al parque voy directamente al estanque; los patos debían estar descansando porque no he visto ninguno, sin embargo el géiser, aunque sepamos todos que es artificial, es un icono de este bucólico lugar. El siguiente lugar que elegí para la foto también tiene agua y una mujer con nombre difícil mirando al cielo, como si suplicara la victoria de nuestro equipo. La fuente de Melpómene vestida en Uribitarte. Por supuesto, me subí. Para terminar este recorrido no podía faltar la casa de todos, la casa consistorial, que también está engalanada para la ocasión. Ojalá podamos ver a nuestros leones en ese balcón levantando la copa, una vez que hayan descendido de la gabarra. Jamás perderemos la esperanza.