La lista de personajes txirenes de Bilbao es larga y variopinta.
En este post os voy a contar la vida de uno de ellos.
Alejo Próspero Collin nació en el año 1808, fue bautizado en Vitoria y llegó a un Bilbao ocupado por las tropas francesas.
Se cuenta que sus padres, franceses, le abandonaron al finalizar aquella cruenta guerra de la Independencia.
Fue creciendo en nuestra villa y trabajando en lo que podía. Unas veces fue recadista, otras cigarrero, pero siempre andaba buscándose la vida. Una vida que no le fue fácil, abandonado a su suerte.
Se le describe como grande, gordo, de anchas espaldas y cuerpo inmenso. Se le hacían muchas bromas sobre su aspecto, ya que, debía parecerse al Gobernador Civil de aquella época.
Aguantaba bien las chanzas ya que, aseguran, era un buenazo.
Su popularidad alcanzaba cualquier rincón de la villa y, en cualquier rincón, se le podía ver pasar las frías noches de invierno.
Sus lugares habituales, eran la iglesia de San Nicolás y la de Santiago, donde pasaba la noche en sus pórticos.
Su perdición era el alcohol, incluso dicen que ingirió unas copas de aguarrás y petróleo creyendo que eran un exquisito cognac.
Para los niños era el “coco” aunque jamás se metió con nadie, nunca blasfemó. Era muy honrado y jamás se supo de ninguna trifulca con nadie.
Murió una heladora noche a los 35 años, debido a una hipotermia. Fue encontrado por unos trabajadores de la línea de Bermeo y le trasladaron al hospital de Atxuri.
Alejo nos dejó una frase para el recuerdo. El mantenía que “La vida hay que pasarla a tragos”
Y, si, cumplía lo que predicaba.
Fue un personaje de Bilbao, sin duda, al que la historia le recordará siempre.