Desde el pasado 20 de marzo se puede visitar en la Sala Noble de la Biblioteca Foral de Bizkaia, una exposición que nos lleva a recordar los viejos cines de Bilbao.
Se trata de más de doscientos programas originales de la colección privada de Martín Eguia donde se publicitaban los estrenos de aquellas películas que muchos llevamos en nuestra memoria.
Artistas importantes del momento eran los encargados de plasmar en aquellos programas, las imágenes y los argumentos como seña de identidad de los filmes que se proyectaban en nuestros cines.
Todos estos originales están fechados entre los años 40 y 70 del siglo pasado.
Además también se cuenta, en los paneles informativos, curiosidades de las salas de cine a las que muchos de vosotros seguro que habéis acudido en alguna ocasión.
Esta muestra es gratuita y permanecerá hasta el próximo 20 de mayo.
El museo al que os llevo hoy no se encuentra en Bilbao sino a cincuenta kilómetros de distancia en el pequeño y apacible pueblo de Ziortza-Bolibar. Se trata del museo Simón Bolivar.
Las paredes del caserío Errementarikua albergan mucha historia contada a través de los objetos que allí se exponen. Este edificio, que fue una ferrería en el siglo XIV, perteneció a los antepasados del famoso libertador.
Simón Bolivar nació en el año 1783 en la ciudad de Caracas (Venezuela) y falleció a la temprana edad de 47 años en Colombia. Desde niño se instruyó leyendo a los grandes pensadores como Montesquieu o Voltaire. Viajó por diferentes países de Europa y se juró a sí mismo que no descansaría hasta ver liberado a su país de la dominación española. Soñaba con una gran confederación de las antiguas colonias españolas, al estilo de los Estados Unidos. Fue líder de campañas militares para la liberación de países como Venezuela, Colombia, Bolivia, Perú y Ecuador.
Hace unos días crucé la puerta de este museo con la esperanza de aprender más sobre la interesante biografía de este personaje histórico.
La planta baja suelen dedicarla a las exposiciones temporales, nos explicó la persona encargada del museo. Subimos a la primera planta donde se recrea la vida en la baja y alta edad media. Una maqueta de una ferrería es lo primero que nos llama la atención, ya que apretando un botón se pone en funcionamiento.
Varias maquetas y objetos de una época, que no por lejana nos parece menos interesante. El caserío está perfectamente reformado con unas escaleras cómodas por las que ascendemos al segundo piso dedicado enteramente al libertador.
Allí encontramos tanto monedas y billetes de hace más de dos siglos, como cuadros, banderas, armas, libros y una gran variedad de objetos que nos ayudan a conocer mejor la vida de quien, aseguran, residió un año en el Casco Viejo de Bilbao pero no hay ninguna documentación que acredite que visitara el pueblo de sus antepasados.
Al salir del caserío, quise tener de recuerdo una foto junto al busto en bronce del militar venezolano, colocado en 1983 cuando se inauguró el museo coincidiendo con el bicentenario de su nacimiento.