Desde el pasado 20 de marzo se puede visitar en la Sala Noble de la Biblioteca Foral de Bizkaia, una exposición que nos lleva a recordar los viejos cines de Bilbao.
Se trata de más de doscientos programas originales de la colección privada de Martín Eguia donde se publicitaban los estrenos de aquellas películas que muchos llevamos en nuestra memoria.
Artistas importantes del momento eran los encargados de plasmar en aquellos programas, las imágenes y los argumentos como seña de identidad de los filmes que se proyectaban en nuestros cines.
Todos estos originales están fechados entre los años 40 y 70 del siglo pasado.
Además también se cuenta, en los paneles informativos, curiosidades de las salas de cine a las que muchos de vosotros seguro que habéis acudido en alguna ocasión.
Esta muestra es gratuita y permanecerá hasta el próximo 20 de mayo.
El Palacio Foral es uno de los edificios emblemáticos de nuestra villa. En todas las guías sobre nuestra ciudad aparece cuando se habla de la Gran Vía o de las construcciones importantes de Bilbao.
Su grandeza arquitectónica, su elegancia y su majestuosidad le confieren ese encanto de las grandes obras maestras.
La Academia de San Fernando seleccionó a seis arquitectos para ejecutar este proyecto.
Entre todos, la Diputación Foral, fue la encargada de decidirse por uno de ellos. En este caso el elegido fue Luis Aladrén.
Fue así como este profesional se convirtió en el artífice de uno de los edificios más admirados y reconocidos de la villa.
En 1890 comenzó su construcción y, diez años después, se inauguró como sede de la Diputación Foral de Bizkaia.
Bien es cierto que el señor Aladrén hubiera preferido otro emplazamiento para albergar su obra, pero el Ayuntamiento no llegó a un acuerdo para adquirir los terrenos en los Jardines de Albia como hubiera sido su deseo y terminó comprando esta parcela a pocos metros de la plaza Moyua.
Los que sí veían bien el sitio y el edificio eran los bilbaínos de la época, quienes aseguraban que la nueva sede de la Diputación con su variada y abundante ornamentación de la fachada, otorgaba esplendor a la ciudad y le confería una imagen de bonanza económica.
Pero no solo se puede admirar por fuera, también dentro se admiten visitas guiadas previa reserva y de una manera gratuita. Fue así como yo entré el Palacio de la Diputación Foral de Bizkaia.
Una tarde de un día de labor cualquiera, un grupo de unas veinte personas nos hallábamos en la puerta mostrando nuestros DNI a la guía que iba tomando nota de nuestros datos personales.
Una vez formalizados los trámites de acceso, comenzamos el ascenso a la primera planta por una elegante escalinata flanqueada por dos obras de Lucarini: La Pesca y La Industria, talladas en piedra blanca.
Arriba, lo primero que llamó mi atención, fue una espectacular vidriera realizada por Antonio Rigalt con el boceto de Anselmo de Guinea, que representa momentos de la historia de Bizkaia.
En este vestíbulo, la guía nos habla de la cúpula de 29 metros de altura y de los mármoles utilizados tanto en el suelo como en las columnas, así como el mármol rojo de Ereño con el que realizaron las balaustradas.
El Salón de recepciones es el lugar donde los visitantes más ilustres son recibidos por el Diputado General y donde se organizan actos como entregas de premios o celebraciones oficiales.
Uno de los momentos más esperados por todos fue cuando la guía nos abrió una puerta de este salón y nos mostró la terraza encima de la entrada principal de la Gran Vía.
Esta terraza ha sido escenario de muchos momentos históricos como recepciones de los jugadores del Athletic Club o de personalidades de la política.
Continuamos la visita por otro salón; esta vez se trata del Salón de Plenos, el cual, nos indica la guía, no se utiliza ya con el fin que se creó. Actualmente solo los actos institucionales que requieren una gran solemnidad tienen lugar aquí.
El despacho del Diputado es una estancia de apenas 15 metros cuadrados con bastantes objetos de gran valor, como los tres jarrones de porcelana de Sévres que Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia, regaló a la Diputación Foral en 1857.
Esta palacio es muy grande pero solo vemos el primer piso, ya que el resto son oficinas donde por la mañana los funcionarios acuden a sus trabajos.
Al terminar el recorrido nos sentimos muy agradecidos por las buenas explicaciones y el agradable trato de la guía que, además, nos obsequió con un librito creado para todos los visitantes.
FOTOS: ANDONI RENTERIA.