TRAVESÍA A NADO POR LA RÍA

Nuestra ría, en los últimos tiempos, presume de ser escenario de muchos eventos; como el de hoy, día 11 de septiembre, en el que se han dado cita jóvenes nadadores en esta competición organizada por el Club Deportivo Bilbao.

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A las 12 15 del mediodía, un grupo de niños y niñas se han lanzado a las aguas de la ría cuya temperatura era de 22 grados y medio, por lo que explicaba el comentarista deportivo por megafonía.

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En la orilla de Uribitarte y en la del Campo Volantin, nos agolpábamos cientos de bilbainos animando a estos valientes.
La de hoy era la 77ª edición de esta prueba de dos modalidades: Una de 680 metros para las jóvenes promesas y otra de 2380 metros para los profesionales.

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Desde el pantalán de la plaza Pio Baroja se arrojaban ilusionados los competidores.
En el agua varias lanchas de la Ertzaintza y de los bomberos vigilando que todo salga bien.
Una vez más Bilbao se supera con estas iniciativas deportivas.

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FOTOS: ANDONI RENTERIA.

LA PRIMERA GRAN BOTADURA

Es bien sabido que en Bilbao nos gusta la fiesta desde siempre y cualquier ocasión la convertimos en un buen motivo para el festejo.
Escenario de esas juergas ha sido ¡Cómo no! nuestra ría.
En 1888 nacían los Astilleros del Nervión, sociedad formada por el industrial José María Martínez de las Rivas y la firma inglesa Palmer.
El primer encargo que tuvieron fueron tres acorazados para la Armada Española: El infanta María Teresa, El Vizcaya y el Oquendo.
Con el primero de los tres se inició una nueva manera de festejar en la ría. Fue todo un acontecimiento que ocurrió el 31 de agosto de 1890, demostrando una vez más el poder y el orgullo de nuestra tierra.

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Para tan importante acto de botadura, no faltó de nada, incluso la reina regente María Cristina participó en tan festivo momento.
La prensa se hizo eco día tras día de todos los preparativos para la gran celebración.
El ambiente en Bilbao era muy animado desde primera hora. Guirnaldas y banderitas decoraban los astilleros.
Multitud de personas habían llegado de toda la provincia, en tren, en tranvía, en carruaje e, incluso, a pie.
Derroche de alegría por las calles de la villa, todo parecía poco para celebrar un momento histórico.
En la estación del Norte hubo una gran expectación cuando entró el tren que transportaba a la reina regente y a todo su séquito. La banda de Garellano puso la nota musical entre vítores, lanzamiento de flores y chupinazos.
A la reina se la condujo hasta los astilleros donde había un templete reservado para ella frente al barco.

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Con una tijera de plata que le entregaron y después de los consabidos “Viva el rey” y “Viva la reina”, su alteza real cortó la cinta y el buque se deslizó hasta la ría.
Concluida la botadura la invitada de honor y demás autoridades se dirigieron a los talleres donde se procedió a degustar un suculento banquete regado con los mejores vinos y cavas.
Nadie hubiera imaginado aquel día que cuatro años más tarde, cumplido el contrato con el Estado, los Astilleros del Nervión dejarían de funcionar.
Tampoco los tres buques gozaron de mucho futuro, ya que en 1898 fueron hundidos en la bahía de Santiago de Cuba.
Ya no se botan barcos en Bilbao y menos de esa envergadura, pero la ría sigue siendo escenario de otro tipo de actos deportivos o lúdicos que hacen tan especial a nuestra villa.

UNA VIDA ATADA A UNA SIRGA

Hoy ocho de marzo se celebra el Día de la Mujer y, por ello he decidido que, este post, lo dedicaría a hablaros de una profesión ya desaparecida en nuestra villa y alrededores. Una profesión muy dura que, curiosamente, no la realizaban los hombres fuertes, sino un grupo de mujeres llamadas SIRGUERAS.
Esta profesión siempre me ha despertado mucha curiosidad y admiración.
Su nombre procede de sirga o cuerda.
En el siglo XIX las sirgueras, mientras sus esposos, soldados, combatían en la guerra carlista, ellas sacaban la familia adelante arrastrando embarcaciones a la costa. Desde el Abra hasta el Arenal bilbaíno se las podía ver ejerciendo esta labor más propia de bestias de carga que de personas.
Esta actividad era fundamental para que los barcos pudieran avanzar ría adentro.
La sirga se ataba alrededor de su cuerpo mediante un tirante y, generalmente, iban en cuadrillas de cuatro.

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La prensa bilbaína siempre fue muy crítica con este rudo trabajo, aunque también lo justificaba aludiendo a que las grandes embarcaciones no podían entrar en la ría debido a obstáculos como por ejemplo la barra de Portugalete y había que utilizar gabarras para transportar las mercancías.
Las condiciones laborales de entonces eran precarias, no estaban amparadas por ningún sindicato y no disfrutaban de ningún privilegio; al contrario que los hombres que desempeñaban tareas de cargadores en los muelles que sí contaban con una reglamentación.
Se pensó alternar la mano de obra de estas mujeres con bueyes pero económicamente salía más costoso.
También existía la profesión de carguera que gozaba de un poco más de prestigio en aquella sociedad y que, en muchas ocasiones, se ganaban el puesto a base de peleas entre ellas.
Además de cobrar poco en condiciones extremas y penosas debían aguantar los descalificativos como “Ganapanes” o “Mozas de cordel”.
En 1879 salió publicado en prensa el accidente de una sirguera que hubo de ser atendida por un gabarrero, un herrero y la familia de éste mientras que sus contratadores se desentendieron del incidente.
Afortunadamente, todo esto ha cambiado.