VISITA AL PALACIO OLABARRI

Todavía resisten algunos palacetes en Bilbao y hoy os hablaré de uno de los más llamativos por su arquitectura y su ubicación.

Se trata del Palacio Olabarri situado en el Campo Volantín a pocos metros del Puente de la Salve junto a la plaza del mismo nombre.

En el año 1894 Julián de Zubizarreta fue el arquitecto encargado de edificar esta lujosa residencia de influencias inglesas y francesas para el empresario José María de Olabarri.

El señor Olabarri había nacido en Bilbao aunque su familia procedía de Zollo (Bizkaia); era hijo de Don Pascual, uno de los fundadores de la fábrica Santa Ana de Bolueta.

Formó matrimonio con Manuela de Zubiria e Ybarra con la que tuvo cinco hijos. Llegó a ser presidente de la fábrica fundada por su padre y también miembro del Consejo de Altos Hornos de Vizcaya, puesto del que dimitió, ya que ambas empresas eran competencia y consideraba poco ético representar a las dos sociedades.

El palacio se inauguró en 1897 siendo ampliado en 1901 para albergar, en la parte trasera, a los dieciséis sirvientes que trabajaban para ellos.

En 1924 falleció el empresario que se había quedado viudo tres años atrás. Fue su hijo José María quien mantuvo el palacio como base de operaciones de la empresa y donde poseía un despacho.

Durante la guerra civil sufrió daños debido al obús que cayó en el edificio colindante propiedad de la familia Errazquin.

El palacio fue sometido a una reforma y, hasta la década de los cincuenta, lo utilizó el  Instituto Británico.

Más tarde el Obispado realizó gestiones para usarlo como sede episcopal pero, finalmente, lo adquirió la Autoridad Portuaria en 1953 quien decidió ampliarlo bajo proyecto de los arquitectos  Manuel Galíndez y José María Chapa Galíndez. Pero no acababan aquí las obras, ya que en 2003 se acometió otra reforma de estructura, de limpieza de la piedra de la fachada y de restauración de la carpintería exterior de puertas y ventanas.

Actualmente la Autoridad Portuaria lo utiliza muy poco ya que trasladó hace años sus oficinas a Santurce.

Son muchas las estancias de este edificio aristocrático y en este post os mostraré algunas de las más destacadas como por ejemplo una sala de juntas, un despacho, o una salita donde a través de sus cristaleras se puede disfrutar de unas agradables vistas a la ría y a la plaza.

Una escalinata de caracol nos lleva al piso superior donde, además de varias habitaciones, se encuentra la capilla que es la joya del palacio, con su cúpula, sus vidrieras originales y un curioso balcón donde la servidumbre asistía a la misa.

Por un pasillo se llega a una puerta que da acceso a una magnífica terraza que se asoma a la plaza de la Salve.

No cabe duda de que esta fue una residencia majestuosa donde se percibe el poderío en cualquiera de sus esquinas; además de estar situado en un lugar privilegiado de nuestra villa.

 

FOTOS: ANDONI RENTERIA

 

ESCUELA DE HOSTELERIA MONTAÑO

Hace muchos años que por los pasillos, las aulas o el patio de este centro formativo no se oyen las risas y los gritos de los niños que, en el siglo pasado, cursaban la EGB; ahora son jóvenes con ganas de aprender una profesión los que ocupan estas reformadas instalaciones.
En los años setenta cientos de escolares acudían a diario a la escuela pública de la Vía Vieja de Lezama, llamada oficialmente Colegio Nacional Escultor Bernabé de Garamendi, pero conocido por todos como Colegio Montaño.
Poco a poco, el número de chavales decrecía; hasta que, finalmente, el colegio se cerró y hubo que ubicar a los que quedaban en otros centros de enseñanza.
Con el tiempo, se le dio otra salida a este edificio en las faldas del monte Artxanda: se reconvirtió en un centro de Formación Profesional para jóvenes que han terminado la ESO.
En la Escuela de Hostelería de Montaño, se imparten clases de cocina, pastelería, carnicería y gastronomía en general.

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Es la Kooperatiba Peñascal quien gestiona este centro de Formación Profesional, en el que muchos alumnos han obtenido su título con el que encontrar una salida laboral.
Desde hace varios años soy asidua a su comedor donde, por un precio ajustado, puedes degustar su magnífica cocina muy bien elaborada. También puedes adquirir sus dulces preparados para llevar.
Hace unos días, acompañada por la secretaria del centro y por uno de los profesores de cocina, realicé una incursión al interior de sus instalaciones.

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El primer lugar que visité fue la gran cocina donde, en ese momento, la actividad era trepidante; varios alumnos se afanaban con las truchas, mientras que otros, preparaban salsas.

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Mientras Sergio, el profesor, me explicaba diferentes detalles de las comidas que a diario preparan, los jóvenes estudiantes se acercaban con alguna consulta sobre los pasos a seguir en la elaboración de tal o cual plato.
De allí nos dirigimos a la sección de repostería donde, me contaron, que recogen encargos para fiestas; y, en estas fechas, las galletas para comuniones con la foto impresa del niño o niña homenajeado ese día, triunfan.

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Evidentemente, el éxito también es debido a los precios más asequibles que en cualquier pastelería al público.

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Mi mirada se detuvo en unas tartas Mascota que reposaban en unas grandes bandejas de acero inoxidable.

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“Son encargos también”, me aseguró el profesor.
Los croissants, recién hechos, me llamaban a gritos. Les pregunté a los alumnos si suelen caer en la tentación de comer algo de lo que habilidosamente cocinan y me aseguraron tajantemente que no.

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De la pastelería nos encaminamos a la carnicería donde no falta detalle para aprender todo lo referente a esta profesión. El local, completamente limpio, permanecía vacío en ese momento.

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Al mismo tiempo que algunos alumnos preparaban la comida para servir a los clientes en una hora, otros compañeros, se encontraban en las aulas recibiendo clases de materias como lengua o matemáticas.

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Nuestra cicerone, la secretaria, me llevó hasta el salón de actos que hace las veces, también, de gimnasio.

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Muchos pasillos, muchas aulas y muchos ventanales por los que divisar unas magníficas vistas a Bilbao o a las canchas de baloncesto y fútbol que todavía hoy las usan los alumnos.

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Había visto y paseado por todos los rincones de esta escuela de hostelería, solo me faltaba probar su comida, así que me dirigí al comedor donde se encontraba Enaitz Landaburu, otro de los profesores del centro.

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En ese momento no había ningún comensal, así que pude elegir mesa.

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Durante la comida observé la profesionalidad de estos jóvenes sirviendo y atendiendo a los clientes.
La trucha que yo había visto elaborar minutos antes estaba deliciosa, así como la ensalada y el goshua de postre.

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Todo había salido perfecto, como siempre que acudo a esta Escuela de Hostelería de Montaño.
Gracias a todos por vuestro tiempo y dedicación.
FOTOS: ANDONI RENTERIA

HOSPITAL EN EL CLUB DEPORTIVO

El Club Deportivo situado en Alameda de Rekalde, fue concebido para albergar un centro deportivo donde, además de natación, boxeo o gimnasia se promocionaban otras iniciativas como el ajedrez, el montañismo o el famoso Circo Amateur del Club Deportivo.
Pero, en este post, os quiero contar algo menos lúdico sobre este emblemático lugar.
En diciembre de 1936 se instaló en este club el Centro de Venereología, Epidemiología, Parasitología y Especialidades.

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Los médicos Ezequiel Porto y José Luis Gallano Gondra dirigieron esta lucha contra estas infecciosas enfermedades junto con un equipo formado de otros dos médicos, parasitarios, practicantes, camilleros, enfermeras, radiólogos o técnicos de laboratorio entre otros.
Lo primero fue asistir a los cientos de militares aquejados de enfermedades venéreas y alejar a aquellas mujeres que consideraban fuente de contagios.
Otra de sus actividades fue la de controlar a las prostitutas, ya que se entendía que era la población de mayor riesgo.
Contaban con equipos sanitarios que trataban a los militares en sus posiciones contra los piojos, además de suministrarles una vacuna contra el tifus.
Más de seiscientos enfermos al mes eran atendidos en este centro deportivo reconvertido en hospital. Contaban con doscientas camas para aquellos que necesitaban hospitalización.
En la zona de la piscina se ubicaron a los infectados con parásitos.
También, los pacientes, eran tratados de otras dolencias como asma, bronquitis, neumonías, úlceras o diarreas.

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La picaresca era cosa habitual en este sanatorio provisional. Llegaban hombres que aseguraban encontrarse enfermos para librarse de sus obligaciones militares.
Los médicos debían evaluar su mal y no era una tarea agradable, ya que llegaron a condenar a alguno de los supuestos pacientes, por amenazas a los profesionales para que falsearan los informes.
Como veis, lo de “escaquearse” viene de lejos.

Fotos tomadas del blog de César Estornes.