EXPOSICIÓN EN LA PLANTA 25.

Una exposición puede ser algo sugerente, divulgativo, atractivo, divertido…pero, si además puedes observar Bilbao desde la planta 25 de la Torre Iberdrola, el momento se convierte en una experiencia única.
Eso fue lo que sentí hace unos días cuando traspasé la puerta del acristalado edificio, me dirigí al mostrador y mostré mi documento de identidad que me acreditaba para formar parte del grupo de 20 personas que, durante algo más de una hora, pasearíamos por las salas de esta planta tan cercana al cielo bilbaíno.
No me resisto a tomarme una fotografía en uno de los sofás del hall antes de comenzar la visita.

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LA MEMORIA RECOBRADA: HUELLAS EN LA HISTORIA DE LOS ESTADOS UNIDOS es el título de esta muestra que reúne 200 obras de arte mediante las cuales nos hacemos una idea de la contribución de los vascos a la exploración, navegación y comercio en los Estados Unidos de América desde el siglo XVIII hasta el pasado siglo XX.
El guía, un simpático joven que se nota que disfruta y conoce bien su trabajo, nos advierte antes de comenzar la visita que la temperatura es baja con el fin de conservar en perfecto estado los objetos de esta simpar galería.
Carlos III, desde un gran cuadro cuyo autor se desconoce, nos da la bienvenida. Nos detenemos y el guía nos describe al detalle este magnífico retrato real. Nos pide que nos fijemos en una bengala que porta en su mano izquierda y nos asegura que es una clara alegoría al Siglo de las Luces.

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Minutos después nos enseña algo curioso: un examen de matemáticas a nombre del General Álava.

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Nuestro cicerone nos conduce por los cinco espacios diferenciados marcados en este recorrido, en el que podemos observar cuadros, (algunos prestados de otros museos), objetos relacionados con la guerra, la pesca, el deporte…También nos muestra instrumentos musicales, ropa, libros, maquetas y muchas cosas más.

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Los temas de los que nos habla van desde la ilustración y el arte hasta la guerra y la economía, siempre salpicados de anécdotas y una magistral clase de historia.
A mitad de la visita, el guía nos ofrece acercarnos a un rincón desde el que tomar precipitadas fotografías de nuestra villa a través de los gruesos cristales de los impresionantes ventanales.
Solo son dos minutos; los suficientes para reconocer o asombrarnos con algunos detalles de los edificios cercanos a la torre que, desde el suelo, no se aprecian.

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Nos encaminamos a otra sala donde varios maniquíes aparecen vestidos con elegantes trajes al estilo del siglo XVIII. La ropa en aquella época era un tema importante para los que podían permitirse el lujo de engalanarse con buenas telas bordadas a mano.

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Mientras avanzamos escuchamos una música que proviene de la siguiente estancia a la que estamos a punto de acceder. En una de las paredes vemos una pantalla gigante en la que se reproduce un video que representa los bailes de la corte.

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Un laúd y un piano nos indican que la cultura también tuvo su trascendencia hace más de dos siglos.

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En una vitrina podemos ver diversos objetos relacionados con el juego de pelota vasca que, nuestros antepasados, exportaron a América.

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Como bilbaina que soy me gusta observar el gran plano que refleja aquel Bilbao de hace tres siglos.

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Así como el magnífico cuadro de Aurelio Arteta titulado IDILIO EN EL PUERTO perteneciente a la colección privada de Iberdrola.

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Son muchas las huellas de aquellos emigrantes que salieron de Europa hacia América llevando consigo su cultura, su religión, sus costumbres y los pocos enseres que poseían.

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El guía nos señala dos espejos denominados BILBO MIRROR muy de moda en el siglo XVIII y que eran realizados en nuestra ciudad; de ahí su nombre.

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La figura de la mujer en aquel siglo se veía como una prisionera de sus propios sentimientos, ilusiones y deseos. En algunos capítulos de la historia, su imagen aparece romántica pero nada más lejos de la realidad. Eran luchadoras en un mundo de hombres; Debían trabajar para ayudar al sustento de la familia y sus ropas eran humildes, salvo las damas de la alta sociedad, claro.

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También hubo un personaje fundamental en la sociedad americana de entonces. Diego de Gardoqui, (no confundir con su hermano el cardenal) fue un comerciante bilbaíno del siglo XVIII que había aprendido muy bien la profesión de su padre y que ejerció, además, de primer embajador español tras la independencia en 1785 de los Estados Unidos.
Se cuenta que el exitoso comerciante contaba en su vestuario con más de 200 trajes como este de la vitrina.

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Pasamos a otra sala y lo primero que vemos es una estatua del militar español Bernardo de Gálvez, héroe en la batalla de Pensacola. La escultura, titulada YO SOLO, fue creada en resina y metal por Salvador Amaya en el año 2015 y es propiedad del Museo del Ejército de Toledo.

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Me detengo ante un cuadro hiperrealista de Ferrer-Dalmau en el que el autor retrata la famosa batalla de Pensacola.

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Maquetas que representan batallas militares nos dan otra pincelada de la historia y de sus guerras.
Como si nos adentráramos en alta mar, varios navíos con sus velámenes nos narran las crónicas navales con sus corsarios, piratas, comerciantes y oficiales de guerra.
Se escuchan cañonazos y se vislumbra el resplandor de varios fuegos encontrados en una sala adyacente.

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Llegamos al final de la exposición. La última sala está dedicada a la invención de la luz eléctrica y a AVANGRID una de las principales empresas eléctricas del país americano.
Hasta el próximo 2 de julio, de martes a domingo, se puede visitar esta exposición de altura reservando las entradas en el teléfono 900119129 o a través de la página web: http://www.iberdrola-arte.es
Seguro que quedaréis tan impresionados como quedé yo observando esta colección de arte y escuchando una lección de historia tan completa.
FOTOS: ANDONI RENTERIA

EL PARAJE BILBAINO

En Bilbao son muchos los actos a los que acudo casi a diario para luego contároslo en mi blog.
Hoy he asistido a uno muy especial para mí, ya que yo era una de las personas implicadas.
Hace unos días me ofrecieron ser jurado de un concurso txirene y muy bilbaíno que, desde hace seis años, organiza la Konparsa MOSKOTARRAK.
Este premio lleva el nombre de “Paraje Bilbaino” y consiste en reconocer la labor y la profesionalidad de un comercio de la villa que sume más de cincuenta años en activo.
Para mí ha sido un verdadero honor haber participado en la elección del establecimiento junto al periodista Alberto López Echevarrieta y al que fue alcalde de Bilbao, Ibon Areso.

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Los tres decidimos, en una reunión días atrás, que este año el galardón recaería en el Ultramarinos Gregorio Martin situado en la calle Artekale 22 del Casco Viejo.
A las siete y media de la tarde frente a las puertas del local también conocido como “La bacalada” debido a que es este su producto estrella, nos hemos congregado un grupo de personas para concederles su merecido premio en forma de placa con una imagen de la fachada de la Alhóndiga en cerámica y un retoño del recordado tilo del Arenal.

El acto ha comenzado con el aurresku de honor a los protagonistas.

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El dueño del comercio, muy emocionado, ha agradecido el premio y la asistencia de todos los que allí nos encontrábamos bajo una intensa lluvia.P1900813

 

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El alcalde, Juan Mari Aburto, ha asistido a la ceremonia junto a varios ediles del Ayuntamiento y, nos ha comentado, que Ultramarinos Gregorio Martín era un local de referencia en los paseos de su niñez por el Casco Viejo acompañando a su ama.

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José Mari Amantes ha sido el maestro de ceremonias y ha explicado en qué consiste este concurso y qué locales han sido premiados en ediciones anteriores.

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Integrantes de la Banda Municipal de Txistularis y el gran Mikel Bilbao han amenizado el festejo con sus txistus; mientras que el Otxote “Txipi Txapla” del Colegio de Abogados ha interpretado varias bilbainadas al terminar el acto.

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Los tres miembros del jurado hemos recibido de manos de Luis Ángel García Castresana, componente de la konparsa, una placa conmemorativa con la forma de nuestra querida baldosa bilbaína que, además, nos otorga el derecho a formar parte del Club de Bilbainólogos.

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Muchos amigos se han acercado hasta este local de Artekale, como Marino Montero, Elena Marsal, Beatriz Marcos, K-Toño Frade, Unai Aizpuru, Conchi y Alba, entre otros.

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Los herederos de Gregorio Martin, actuales propietarios, nos han agasajado con un variado lunch.

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Solo me queda, para terminar esta crónica, agradecer a José Mari Amantes, a Luis Ángel García y, por extensión, a la konparsa MOSKOTARRAK, que hayan pensado en mí como miembro del jurado en esta sexta edición.
FOTOS: ANDONI RENTERIA y Sr. ÁLVAREZ.

HOSPITAL EN EL CLUB DEPORTIVO

El Club Deportivo situado en Alameda de Rekalde, fue concebido para albergar un centro deportivo donde, además de natación, boxeo o gimnasia se promocionaban otras iniciativas como el ajedrez, el montañismo o el famoso Circo Amateur del Club Deportivo.
Pero, en este post, os quiero contar algo menos lúdico sobre este emblemático lugar.
En diciembre de 1936 se instaló en este club el Centro de Venereología, Epidemiología, Parasitología y Especialidades.

EDIFICIO GENERAL
Los médicos Ezequiel Porto y José Luis Gallano Gondra dirigieron esta lucha contra estas infecciosas enfermedades junto con un equipo formado de otros dos médicos, parasitarios, practicantes, camilleros, enfermeras, radiólogos o técnicos de laboratorio entre otros.
Lo primero fue asistir a los cientos de militares aquejados de enfermedades venéreas y alejar a aquellas mujeres que consideraban fuente de contagios.
Otra de sus actividades fue la de controlar a las prostitutas, ya que se entendía que era la población de mayor riesgo.
Contaban con equipos sanitarios que trataban a los militares en sus posiciones contra los piojos, además de suministrarles una vacuna contra el tifus.
Más de seiscientos enfermos al mes eran atendidos en este centro deportivo reconvertido en hospital. Contaban con doscientas camas para aquellos que necesitaban hospitalización.
En la zona de la piscina se ubicaron a los infectados con parásitos.
También, los pacientes, eran tratados de otras dolencias como asma, bronquitis, neumonías, úlceras o diarreas.

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La picaresca era cosa habitual en este sanatorio provisional. Llegaban hombres que aseguraban encontrarse enfermos para librarse de sus obligaciones militares.
Los médicos debían evaluar su mal y no era una tarea agradable, ya que llegaron a condenar a alguno de los supuestos pacientes, por amenazas a los profesionales para que falsearan los informes.
Como veis, lo de “escaquearse” viene de lejos.

Fotos tomadas del blog de César Estornes.