EL TILO DEL ARENAL

También conocido como el “Abuelo”, el tilo del Arenal, situado frente a la iglesia de San Nicolás, fue uno de los elementos más emblemáticos de la villa. Observador silencioso de la vida cotidiana y de todo lo que acontecía en el pasado siglo en esta parte de Bilbao.
Hace cien años, el paseo del Arenal no era como lo conocemos ahora, sino que se trataba de un espacio mucho más frondoso. En el año 1844 coexistían 284 árboles entre tilos y plátanos que proporcionaban sombra en las tardes calurosas de verano a los bilbaínos mientras paseaban despreocupadamente o se dirigían a misa, al teatro o a realizar gestiones en el Banco de Bilbao, situado a pocos metros.
Todo comenzó cuando el ingeniero agrónomo, Santiago Brouard plantó un tilo en la zona de Abando en 1809. En 1816 fue replantado frente a la escalinata de la iglesia de San Nicolás. Cuentan de él que sus raíces eran tan largas que alcanzaban la plaza Nueva. Al cobijo de sus ramas se sentaban intelectuales como Miguel de Unamuno donde escribía cartas de amor a su querida Conchita Lizarraga o Antonio Trueba quien, a diario, esperaba paciente la inspiración de las musas.

El 1 de abril del año 1948 una gran tormenta se desató en la villa; el viento y la lluvia no cesaban. A la una y diez de la madrugada el tilo no pudo soportar más envites y cayó sobre las escaleras de la iglesia. Esa misma noche, tras el vendaval, muchos bilbaínos se acercaron a despedirse con gran tristeza de su adorado y respetado tilo. Algunos, incluso, se guardaron como recuerdo algunas astillas.
Fueron muchos los artistas de la talla de Zuloaga, Ortega y Gasset o Ramiro de Maeztu que se dejaron influenciar por él, por su esencia. Cuenta la leyenda que aquel no era un árbol cualquiera sino alguien que hablaba al corazón de quien se sentara a escucharle. No cabe duda de que algún tipo de magia poseía cuando, casi un siglo después de su desaparición, seguimos recordándole.

FOTO: INTERNET

ORIGEN DEL BANCO BILBAO

El origen de esta entidad bancaria lo encontramos en 1857 cuando la Ley de Sociedades de Crédito facilitó la creación de bancos emisores en el país. En aquella época, Bilbao destacaba en sectores industriales como los astilleros, los ferrocarriles o la minería.
Bilbao crecía y el progreso daba lugar a una pujanza económica que la burguesía local quería afianzar con la creación de un banco propio. Por ello, en marzo de 1856, las personas más influyentes de la villa, se reunieron para llegar a un acuerdo y solicitar un permiso especial a la reina Isabel II. La respuesta no les llegó inmediatamente sino que, debido a los asuntos políticos por los que estaba atravesando España, la autorización se hizo esperar catorce meses.
Finalmente, el 19 de mayo de 1857 nace el Banco de Bilbao con autoridad para emitir billetes y con un capital inicial de ocho millones de pesetas representado en 4000 acciones. El Consejo de Administración se formó con influyentes personalidades de la villa como: Epalza, Zabalburu, Ybarra, Uhagón o Aguirre.
Debido a su eficacia y credibilidad, el éxito fue fulgurante; por lo que, en 1861, el banco adquirió unos terrenos al lado de la iglesia de San Nicolás donde construyó la que sería su sede. Años más tarde, en plena Guerra Carlista, con Bilbao sitiada, la economía y la industria se resintió. Afortunadamente, aquello se superó y, en la década de los noventa del siglo XIX, la villa de Bilbao resurgió de sus cenizas.

Se hacía necesaria la ubicación de una nueva sede y, para ello, se encargó el proyecto al arquitecto Pedro Guimón quien diseñó en la esquina entre las calles Gran Vía y Mazarredo, en pleno Ensanche Bilbaíno, un ostentoso edificio símbolo de la bonanza que se vivía en la villa en aquellos momentos y que, posteriormente, fue reformado por los arquitectos Ricardo Bastida y Hurtado de Saracho en dos épocas diferentes. Destacan en la fachada las columnas de capitel corintio que le dotan de majestuosidad y empaque a esta sede del Banco Bilbao. En lo alto se colocó en 1922 la estatua del escultor Moisés de Huerta dedicada a Mercurio, Dios protector del comercio, que se ha convertido en una figura icónica en la villa.

(Foto de la primera sede y de Mercurio, Andoni Renteria)

CASA GALERA

En la historia de nuestra villa han sido varios los edificios dedicados a albergar a delincuentes y gente de mal vivir. La primera casa galera se ubicó en la calle Urazurrutia en los terrenos que tiempo después ocupó una escuela pública y donde, actualmente y después de muchas reformas, se encuentra la sede de BilbaoArte, el Centro de Producción Artística del Ayuntamiento de Bilbao.
Corría el año 1897 cuando el consistorio bilbaíno encargó al arquitecto municipal Enrique Epalza la construcción de un centro destinado a ser una cárcel para mujeres en la zona de Solokoetxe entre Zabalbide y Sorkunde, con el objetivo de separarlas de los reos comunes del penal de Portal de Zamudio. Las conductas incorrectas de las mujeres eran muy mal vistas en aquella sociedad tan religiosa y conservadora, por lo que debían ser recogidas para enseñarles un oficio que les facilitara la convivencia dentro de la comunidad.

Las reclusas, atendidas por las Hermanitas de la Caridad, recibían un trato impecable; a la vez que se les ofrecía sabanas limpias y buenos alimentos que, en muchos casos, eran lujos de los que carecían en sus propios hogares.
En su origen, esta antigua prisión disponía de tres plantas y semisótano construida en un estilo en el que se refleja austeridad a la vez que modernidad y funcionalidad. A lo largo de los años ha sufrido varias reformas como las del tejado, que ha sido modificado con respecto a los planos iniciales.
Afortunadamente, desde mayo de 1988 ya no escuchamos blasfemias ni quejidos, sino melodías, canciones y música interpretada por cientos de alumnos de la Escuela Municipal de Música, Bilbaomusika.

FOTO MÍA